Archivo fraccionado (2): La parte del archivo de Bolívar que le tocó a Daniel Florencio O´Leary
Daniel Florencio O´Leary (con cerca de 17 años), acuarela sobre marfil de Frederick Burk, Colección del Museo Nacional de Colombia. |
La vinculación del alma del General Daniel Florencio O´Leary con la figura de Bolívar no se limita únicamente a su relación con el archivo del Prócer, ya que el alma misma, la mente y la acción del noble irlandés estuvieron siempre, desde su llegada a tierras venezolanas, dedicadas a contribuir no solo con la causa de la independencia americana, que ya es bastante decir, sino a creer, sostener y defender los ideales de justicia, libertad y unión que afloraron de la mente del Libertador como única vía para sostener la independencia que los pueblos habían ganado por las armas. A esto se dedicó O´Leary como militar y Primer Edecán de Bolívar; y a esto se entregó como amigo cuando la fatalidad de la muerte separo de aquel mundo al Padre de seis naciones. Lo que empezó como un mero interés para informar a sus coterráneos sobre los sucesos que en esta parte del mundo ocurrían, terminó convirtiéndose en un apostolado para divulgar al mundo la esencia humanística de las ideas y acciones de Simón Bolívar, por lo que con noble acierto puede llamársele “el Evangelista del Libertador”.
Habiendo nacido en el condado y ciudad de
Cork, en Irlanda, en una fecha un tanto imprecisa (aunque la mayoría de los investigadores la fijan el 14 de febrero de 1801), muy joven se embarca Daniel
Florencio con destino de las agitadas tierras americanas de la segunda década del
siglo XIX, con la intención de participar en esa agitación a favor de la causa
de la libertad. Con el grado de Alférez del cuerpo de “Húsares Rojos de
Venezuela” llega a las bocas del Orinoco a principios de 1818, y si bien su
primera asignación lo coloca geográficamente lejos de Bolívar, será el alma
noble del irlandés lo que pronto lo acerque a las ideas del Libertador, ya que
la defección del propio coronel que comandaba el cuerpo de “Húsares” al que
pertenecía O´Leary, Henry C. Wilson, así como el desacuerdo con la actitud del general José Antonio Páez frente a las insinuaciones de Wilson y los asesinatos
cometidos en aquella División del ejercito patriota, lo obligan a solicitar la
salida de aquella región para dirigirse a Angostura, donde se hallaba Bolívar,
y solicitar su incorporación a un cuerpo criollo para “aprender el castellano” [1].
Aunque al principio de prestar sus servicios a la nueva patria no lo hace cerca
de Bolívar sino junto a otros bravos jefes, como los generales José Antonio
Anzoátegui, Bartolomé Salom y Rafael Urdaneta, ya en 1820 se encuentra en el
séquito del Libertador como Edecán; cargo del que jamás, ni aun después de la
muerte de su jefe, se separará.
Ocupando el cargo de edecán es cundo Daniel
Florencio O´Leary tiene sus primeros contactos con el primitivo archivo de
Bolívar, pues las funciones de Ayudante de Campo al momento de las acciones de
guerra se ven transformadas cuando el Cuartel General del Jefe patriota se
halla estacionado o cuando las victorias han convertido dicho Cuartel en
Despacho del Presidente.
Daniel Florencio O’Leary pasó de cronista o narrador a familiares y coterráneos sobre los
sucesos que en esta parte del mundo ocurrían, a convertirse en "apóstol" para divulgar al mundo la esencia humanística de las ideas y
acciones de Simón Bolívar; y es que sus propias palabras escritas en la
“Advertencia” de la parte narrativa de sus “Memorias” [2],
así como en numerosas cartas dirigidas a amigos y antiguos compañeros en la
gesta independentista, son claras y explicitas. Pero la mayor, y mejor,
demostración de aquella fiel devoción y lealtad a los principios del Grande
Hombre Americano se pueden ver en lo que se produjo de tal “apostolado” y que
se resumen en dos grandes obras: las “Memorias del General O´Leary” y la
conservación y ampliación del antiguo archivo de Bolívar hasta convertirlo en
el moderno Archivo del Libertador.
De la antigua “fracción de O´Leary” a la nueva
“sección de O´Leary”.
Se torna bastante difícil establecer cuál de
aquellos dos productos del trabajo tesonero del fiel Edecán fue primero: si
escribir las “Memorias...” luego de recibir y ampliar el archivo de Bolívar o
haber recibido aquel cumulo de documentos para ampliar sus escritos, tal vez
iniciados con los documentos ya reunidos, pues ambas posibilidades parecen
estar sustentadas por correspondencia recibida o dirigida por el fiel Edecán
en distintas épocas. En esta parte, y para conservar el orden estructural del
fondo temático del este trabajo (que no es otro que presentar los hechos significativos que permitan asegurar la autenticidad, integridad e interpretación de la colección documental que hoy conocemos como Archivo del Libertador) nos ceñiremos al proceso de recepción y ampliación del legajo documental por parte del Daniel Florencio O´Leary.
Recordemos que las persecuciones políticas
desencadenadas en Nueva Granada en 1831 a raíz de la muerte de Bolívar
arrojaron a la siempre hospitalaria Jamaica a Juan de Francisco Martin (el
Albacea) y a Daniel Florencio O´Leary (el Edecán). Y que una vez localizados
los diez baúles de papeles que el señor Juan Bautista Pavageau había dejado en
aquella isla, decidieron ambos fraccionar en tres aquel acopio, conservar una
parte cada uno y remitir la tercera a Pedro Briceño Méndez que se encontraba en Curazao (véase la entrada Archivo fraccionado (1): La parte del Archivo de Bolivar que le tocó a Pedro Briceño Méndez).
La parte que correspondió a O´Leary fue la
comprendida entre los años 1819 a 1830, que es el periodo en que el noble
irlandés entra a participar en la Guerra de Independencia y se halla cerca del
Libertador, por tanto, es un periodo vívidamente conocido por él y que podría
narrar como testigo. En este periodo se desarrollan sucesos capitales para la
formación latinoamericana: la creación de Colombia (1819), la campaña sobre
Nueva Granada (1819-1820), la Campaña sobre Venezuela (1820-1823), la
Liberación del Sur (1822-1825), la creación de Bolivia (1825), Congreso de
Panamá (1826), el movimiento de La Cosiata (1826;1830), la Convención de Ocaña
(1828), la guerra entre Perú y Colombia (1828-1829), el Congreso Admirable
(1830), la muerte del Libertador y la desmembración de Colombia (1830-1831),
entre otros.
Todos aquellos sucesos, junto a las opiniones
y acciones que sobre ellos tuvo su principal protagonista, Simón Bolívar,
merecían ser contados a las futuras generaciones con la mayor precisión,
equidad y justicia que las condición humana pudieran permitir; y para ello
era imprescindible contar con documentos que mostraran la verdad tangible y la
acercaran a aquellos principios. Fue con esta intención que Daniel Florencio
O´Leary solicitó los papeles que su antiguo jefe había guardado. Si desde su
llegada a tierras americanas había comenzado a reunir papeles, como el mismo lo
dice[3],
para informar a sus familiares y amigos sobre los secesos de la aventura en la
que había decidió participar, tal interés por contar una historia en la que él
mismo era protagonista se incrementaba a medida que iba conociendo en la
intimidad al Grade Hombre de América: en la gloria de las victorias y en la
amargura de las derrotas; pero siempre en las dificultades que lo rodearon.
Poco antes de morir Bolívar le encarga a
O´Leary que escriba una historia de su vida, como puede verse en el siguiente
extracto de una carta del irlandés a su cuñado, y también Prócer de la
Independencia, General Carlos Soublette, fechada en Cartagena el 30 de abril de
1831:
“También tengo que rogar a V. un
favor. Como V. sabe, hace algún tiempo yo tengo la intención de escribir la
vida del Libertador y, habiéndome S.E. hecho este encargo en los últimos días
de su vida, en Na. York donde gozaré de reposo pienso dedicarme a este trabajo.
[4]
Creyendo entonces O´Leary que los papeles que
él había reunido durante mucho tiempo, junto a los que ahora recibía del
archivo de Bolívar serian todavía muy pocos para tan magna empresa, se dedicó
entonces a solicitar a viejos amigos y antiguos compañeros de armas más
información sobre sus actuaciones en el proceso de independencia, que era en
esencia la vida misma de Bolívar.
Personajes como Bartolomé Salom, Rafael
Urdaneta, Jacinto Lara, Juan José Flores, Tomas de Heres, Mariano Montilla,
Belfort Wilson, entre otros, accedieron a las solicitudes que el nuevo
historiador les dirigía con no poca insistencia; y por medio de ellos logro que
otros también contribuyeran con su labor. Con Soublette fue O´Leary
especialmente constante en repetir la solicitud de papeles que le pudieran
esclarecer los episodios que él desconocía o aquellos en que varias opiniones
podían darle más claridad al asunto, como se verá a continuación en los
extractos tomados de su correspondencia con aquel, y que presentó Monseñor
Nicolás Eugenio Navarro por primera vez en su Prólogo a las “Memorias del
General O´Leary” de 1952, que en otras notas hemos citado:
Carta del 21 de julio de 1831, desde Kingston-Jamaica.
“Renuevo la súplica que hice a V.
en mi anterior de que me obtenga de los corresponsales del Libertador en ese
país copias de las cartas suyas que tengan. V. mismo tiene varias y creo que no
tendrá inconveniente en proporcionármelas, pues me servirán esencialmente en
una empresa en que me he metido.”
Carta del 17 de noviembre de 1831, desde Kingston-Jamaica.
“También tengo que darle las
gracias por los papeles que me ofrece V. y ruego a V. tenga la bondad de
remitírmelos aquí. Si los acompañara con algunos apuntes se lo estimaría
sobremanera. (…) Murphy no me ha mandado el Correo del Orinoco, pero me avisó
que V. se lo había ofrecido. Si el Gl. Urdaneta está en ésa, hágame V. el favor
de decirle que he recibido sus papeles, pero que no quiero remitírselos sino
por buque de guerra por mas seguridad. En los documentos sobre la vida pública
publicados en ésa no he visto el manifiesto trilingüe del G. Morillo; estimaría
a V. me lo consiga si se encuentra en ésa. La desaparición del Libertador de la
expedición de Ocumare después de la acción de los Aguacates se refiere de
diferentes modos. V. podría decirme la verdad. Lo mismo sobre el negocio de
Piar, su causa y muerte, y el enredo en Angostura en 19 durante la ausencia del
Libertador en campaña. Si hay algún hermano del Gran Mariscal tenga V. la
bondad de pedirle algunas noticias suyas desde 19 para atrás, y finalmente
disimule estas molestias.”
Carta del 6 de diciembre de 1831, desde Kingston-Jamaica.
“Renuevo mis instancias para que
V. me remita cuando le sea conveniente las cartas y papeles que me tiene V.
ofrecidos. Cualquier gasto incurrido en recoger y copiarlos corre de mi cuenta
y será cubierto así que V. me avise de su importe. Murphy no me ha mandado aún
los Correos del Orinoco. No se moleste V. si estas instancias llegan a ser
impertinentes, porque tomo un vivo interés en conseguir dichos papeles. No se
olvide V. tampoco de lo que he dicho sobre este asunto en mi anterior. Podrá
conseguirse una colección de los papeles redactados por Díaz en los tiempos de
Morillo. Si no fuera muy cara yo la compraría.”
Carta del 23 de enero de 1832, desde Kingston-Jamaica.
“Deseo sobremanera recibir cartas
de V. y los papeles que tuvo V. la bondad de prometerme. Como V. tiene amistad
con el Gl. Carreño puede ser que él no tendría inconveniente en proporcionarle
las cartas particulares y oficiales y demás documentos que él tiene. Estará V.
fastidiado de estos repetidos encargos, pero ya que me he metido en este asunto
quiero salir con él.”
Carta del 16 de julio de 1832.
“No sé si V. habrá recibido todas
las cartas que hemos escrito a V. pues ningún buque con dirección a Curazao
sale de aquí sin llevar algunas. En todas ellas he sido impertinentes con mis
encargos, lo que V. debe disimular en un hombre ocioso. Cuando V. tiene un rato
desocupado le suplico me refiera V. el suceso de Casacoima y el asunto de Piar
tan detallado como permita el tiempo. Agradecería también que V. me aclarase el
asunto del Libertador con Miranda cuando fue arrestado.”
Carta del 7 de noviembre de 1832, desde Kingston-Jamaica.
“Siento no tener que agradecer a
V. la remesa de las noticias & que le he pedido, mas sin ellas voy para
adelante; y a cada uno de VV. le toca su parte, si buena o mala el corrido lo
dirá. Los que me niegan sus noticias no deben esperar cuartel. Y por falta de
opiniones del Libertador citaré las de VV. que furtivamente o de otro modo pude
recoger cuando fui empleado en las Secretarias y estados mayores. A la verdad esperé
que V. manifestara más liberalidad, en un asunto que más o menos le toca,
particularmente cuando ninguno absolutamente podría proporcionarme datos más
positivos sobre los sucesos de años que me son ignorados: éstos son, 14, 17 y
18. Si V. tuviera la bondad de darme noticias sobre los eventos de aquellos
años: la retirada de VV. a Barcelona, el regreso del Libertador y sus
movimientos hasta unirse con Piar sobre el Orinoco (de las operaciones de este
General hasta un poco después de San Félix tengo bastante conocimiento para
hacer un bosquejo de ellas), las operaciones hasta la toma de Angostura y
Guayana la Vieja, con expresión de la sorpresa de Casacoima &, la causa de
Piar &. También estoy impuesto de las medidas posteriores del Libertador hasta
fines de 17. Desde entonces estoy en la oscuridad y lo que V. puede darme es
una relación de las operaciones de 18. Vea V. que es poco lo que le pido.
Prometo reserva. Y en revancha, ofrezco dar a V. una porción de cartas de V.
que pude recoger y que le serán interesantes cuando V. quiera regalarnos “Las
Memorias del Gl. Soublette”. Si V. no tiene tiempo para nada de esto, présteme
V. documentos de donde pueda extraer estas noticias y se los devolveré dentro
del tiempo que V. prefije.”
Carta del 12 de febrero de 1833, desde Kingston-Jamaica:
“En la carta de antes de ayer le
di las gracias o pensaba darlas por su bondad en la oferta de sus papeles y las
indicaciones que me hace con respecto a Restrepo. Este no es capaz de echar una
paja a un hombre ahogándose, mucho menos para salvarlo. Pero Montilla le habrá
dicho qué especie de pájaro es. No obstante he hecho la diligencia para
conseguir por medio de Gual que permita Restrepo que se copie al libro. Nunca
fué mi intención publicar sin consultar con V. y Briceño Méndez y todavía me
mantengo en la misma idea.”
Carta del 14 de abril de 1833, desde Kingston-Jamaica:
“Le doy a V. un millón de gracias
por los apuntes que V. me remitió y que son muy interesantes a la verdad;
también por las cartas, aunque no tanto. Sigo con perseverancia con mi empresa
pese a quien le pesare, pero me prometo que V. no me acusará de exagerado ni
imprudente en mis opiniones, cuando mas de malicioso.”
Fue de esta manera que el fiel Edecán logró
reunir un gran cumulo documental compuesto de cartas originales y autógrafas de
Bolívar y otros; copias de cartas por y para Bolívar y otros; memorias,
apuntes, periódicos de la época, diversos documentos manuscritos e impresos y
toda clase de papeles, que unidos a los que había recibido de los albaceas,
pasaron de ser la “fracción de O´Leary”
del antiguo archivo de Bolívar recibida en Jamaica a la “sección de O´Leary” que dará inicio al moderno “Archivo del Libertador”, que pronto se establecería
en Venezuela pero con un lapso considerable de tiempo en Nueva Granada.
General Daniel Florencio O´Leary (con cerca de 50 años) Colección del Museo Nacional de Colombia. |
[1]
O´Leary, Daniel Florencio: “Memorias del General Daniel Florencio O´Leary,
Narración, Tomo Primero” Prologo de Mons. Nicolás E. Navarro; Imprenta
Nacional, Caracas-1952; Tomo Primero, pág. 491.
[2]
Ibid.: pág. 3.
[3] Ibid.
[4] Navarro,
Nicolás E.: en Prologo a “Memorias del General O`Leary”. Narración, Tomo
Primero, Caracas 1952. Pág. XXI
Noble misión d O'Leary
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