Juan de Francisco Martín, la fracción olvidada.
La
sincera amistad y profunda confianza que existió entre Bolívar y Juan de
Francisco Martín fue la causa por la que el venezolano quisiera que el ilustre
cartagenero se encargara de cuidar de algunos de sus asuntos cuando la muerte,
que todo lo arruina, lo llamara a la eternidad.
Esa confianza de que fue merecedor el señor
de Juan de Francisco Martín fue
constante, y repitió su razón cuando en 1831,
ya muerto El Libertador, el Gral. Ignacio Luque apoyó las revueltas que
buscaban borrar la obra y grandeza del ideal bolivariano en el territorio de
Colombia la grande, por lo que Juan de Francisco Martí entregó, el 24 de abril
de aquel año, el mando de la Prefectura del Magdalena, a pesar de que los
sublevados le insistían por muchas vías y con varios emisarios que permaneciera
en el cargo y en la ciudad. Fue su firme convicción política, grandeza de
principios y la ya señalada sincera amistad y gratitud al Padre de la Patria lo
que le llevaron a preferir el destierro que el roce con los enemigos de Bolívar.
En efecto, el 28 de ese mes el Comodoro británico Tarquhar puso a su
disposición la fragata Champion que lo llevó, junto al Gral. Daniel Florencio
O´Leary, a la isla de Jamaica.
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Juan de Francisco Martín (Cartagena 1799- París 1869). |
Juan de Francisco Martín no sentiría tanto
como sus copartidarios el rigor del destierro, pues desde hacía algún tiempo
sostenía un negocio en aquella isla en sociedad con el francés Juan Bautista
Pavageau, quien, como quedó dicho en otras entradas[1], fue el responsable de sacar del hervidero
político en que se había convertido el territorio de Colombia la grande, los
diez baúles de papeles que conformaban el archivo de Bolívar. Ocupándose de sus
actividades comerciales primero, vemos luego a Juan de Francisco Martín
actuando en distintos cargos públicos de su país natal cuando la efervescencia
de las hostilidades contra los antiguos bolivarianos bajaron; es así que funge
como representante en el Congreso en 1847, Cónsul de Nueva Granada en Jamaica,
Ministro Extraordinario en el Ecuador, en Perú, y luego en Gran Bretaña; y
algunos años después como representante diplomático de esa misma nación en
Francia, a donde llega con su familia. Entre aquel grupo familiar se encontraba
su hija Boliviana, en quien quiso expresar, una vez más, su eterno aprecio y
fidelidad al Libertador.
Los papeles de Bolívar en Francia.
Las aristas del destino son siempre causa de
curiosidad para muchos, y sí a eso unimos las posibilidades de intervención
humana, dará como resultado material para la investigación histórica, como es
el caso de los papeles de Bolívar en Francia.
La primitiva intención de Simón Bolívar de
retirarse de América con destino a Europa, particularmente a París, fue
expresada por él en múltiples ocasiones, sobre todo cerca de los días de su
muerte; ejemplo es la conversación con su médico, el francés Alejandro Prospero
Revered, a quien le consultó si deseaba volver a Francia, éste le contestó: “De todo corazón” a lo que Bolívar
exclamó: “Pues bien, póngame usted bueno,
doctor, e iremos juntos a Francia.”[2]
Si a este anecdótico dato agregamos las
instrucciones dadas a Juan Bautista Pavageau de trasladar a Francia los ya
referidos 10 baúles de papeles, se demuestra con claridad la intención de
Bolívar de retirarse de la actividad pública y buscar el descanso en París
donde, tal vez, se dedicaría a escribir sus memorias con la ayuda de los
papeles que había hecho trasladar. El 16 de diciembre de 1830 salen los papeles
hacia la Ciudad Luz, pero el 17 se frustran los planes con la muerte del
Libertador, y los papeles deben ser depositados en Jamaica[3]. Se ha repetido, siguiendo la tradición y
respetando la autoridad que en esto representa el discurso de Vicente Lecuna,
que en esta isla del mar Caribe se fraccionó el archivo de Simón Bolívar en
tres partes para igual número de personas[4]. La fracción del archivo de Bolívar que
correspondió a Juan de Francisco Martín será la única que cumpliría los deseos
de su propietario original de llegar a París. Sin embargo, debemos aquí
detenernos, dar un salto en este recorrido cronológico tras la pista de los
papeles de Bolívar y trasladarnos a la segunda década del siglo XX para
toparnos con una incertidumbre sobre el discurso de Lecuna acerca del
fraccionamiento de los papeles en Jamaica.
Fue el Dr. Carlos Antonio Villanueva (1865- 1925), diplomático e historiador, miembro correspondiente de la
Academia Nacional de la Historia de Venezuela y de varias otras corporaciones
afines, y quien tuvo una importante participación en el hallazgo de la fracción
de los papeles de Bolívar entre los descendientes de Juan de Francisco Martín,
el que planteó la posibilidad de que aquel fraccionamiento se hubiera realizado
en el país galo en presencia de todo el conjunto de papeles, y lo hizo en estos
términos:
“Los baúles de papeles llegaron a Kingston
(Jamaica) y debemos suponer que O´Leary que venía preparando ya, como él mismo
nos lo dice [sic] la “Narración”, pidiese a Don Juan de
Francisco Martín le cediese una parte de ellos, o el todo para mayor
documentación de su estudio histórico, cosa que no hiso, apareciendo la
“Narración” un trabajo en que poco entraron los papeles del Archivo.
[…]
Si aceptamos que fue en Jamaica donde Don Juan de
Francisco Martín hiso la entrega a O´Leary (pues a veces nos asalta la duda de
que bien pudo ser en Paris, donde ambos vivieron años pasados)…” [5]
Siendo una realidad que la parte narrativa de
las Memorias del General O´Leary
tiene muy poca información de la muchísima que se pudo obtener de los papeles
del archivo, y siendo también que la Advertencia
a dicha obra está fechada en julio de 1840, cuando ya tendría unos nueve años
de haber recibido la fracción que le correspondió, podría plantearse la
hipótesis de que O´Leary vino a obtener la parte de los papeles que le cedió el
Albacea del Libertador entre 1852 y 1853 cuando ambos se encontraban en París.
Todo esto puede quedar como una simple curiosidad del historiador Carlos A.
Villanueva, o ser material de investigación histórica.
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Acercándose
al momento de la muerte, Juan de Francisco Martín dio instrucciones a sus
descendientes de conservar y no publicar nada del contenido de aquellos baúles
hasta que pasara algún tiempo; instrucción que fue cumplida a cabalidad por su
hija Boliviana cuando quedó en posesión de los inquietos y viajeros baúles con
papeles. Doña Boliviana de Francisco-Martín y Orrantia contrajo nupcias con el
español José Quiñones de León y Santalla, y serán estos los padres de José
María Quiñones de León de Francisco Martín, Embajador Plenipotenciario de
España en Francia y amigo personal del rey Alfonzo XII.
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Carlos A. Villanueva (Caracas 1865- París 1925) |
“… Don José María Quiñones de León, quien
habiendo considerado cumplido el término de la prescripción de 50 años para los
papeles de Estado y pasados más de 90 de la muerte de Bolívar, y consideración
habida de que si se guardaba por más tiempo la caja sin abrirla los papeles
podrían sufrir más de lo que ya habían por la polilla y la humedad, resolvió
entregar la caja a una Comisión de historiadores americanos y amigos personales
suyos que representasen la Gran Colombia siendo ellos naturales de ella, la
abriesen y clasificaran, estudiaran y catalogaran los papeles y resolvieran lo
mejor a hacer con ellos, que S.E. ni nadie sabía en verdad que contenían,
sabiéndose solamente “eran papeles de Bolívar””.
S.E. designó para representar a Colombia a S.E.
Don Francisco José de Urrutia, de la Academia Nacional de la Historia de
Colombia, autor de las celebradas “Paginas de la Historia Diplomática
Americana”, al Ecuador a S.E. Enrique Dorn y de Alsúa, y la representación de
Venezuela la confió a quien estas páginas escribe. La Comisión nombró al Dr.
Urrutia para su Presidente; al Sr. Dorn y de Alsúa, su informante y a
Villanueva su Secretario. S.E. hizo trasladar la caja de su Palacio particular
al de la Embajada de España en París, donde puso amablemente una habitación a
nuestra disposición para el estudio que nos había confiado, y en ella en
presencia del Conde de Jiménez de Molina, segundo secretario de la Embajada,
representante de S.E. y de los tres miembros de la Comisión se procedió a
abrirla a las 5 de la tarde del sábado 14 de mayo de 1921. Asistimos puede bien
decirse, a la exhumación de Bolívar, de su obra, de su historia, de la Historia
de la emancipación de América. Y religiosamente fuimos sacando el cuerpo a la
luz, esto es, los paquetes de papeles, y desde el primer momento comprendimos
que estábamos en presencia de una parte del archivo de Bolívar, cuya existencia
ni se sospechaba.[6]
Tan
importante hallazgo no tuvo nunca la intención de ser ocultado ni por el señor
Quiñones de León, ni por nuestro compatriota Villanueva ni por los demás
historiadores miembros de la comisión “exhumadora”, ya que bien pronto se
tuvieron noticias de aquella novedad en Venezuela, lo que a su vez hizo
expresar una vez más el “apostolado” bolivariano de Vicente Lecuna para que la
nación pudiera obtener el incalculable tesoro histórico que recogía una parte
importante de su historia. Aunque lamentablemente, como él mismo lo reconoce[7], sus gestiones personales y directas en este
caso no dieron el resultado deseado, indirectamente siempre habrá de merecer el
honor de ser el unificador de las cuatro grandes secciones del moderno Archivo
del Libertador.
La “Sección Juan de Francisco Martín” del
Archivo del Libertador.
Hemos de imaginarnos la enorme emoción de
Lecuna al saber la existencia del aquel repertorio documental, que ni la
frustración de sus primeras diligencias pudo opacar o disminuir, y de inmediato
fue pronto en solicitar ayuda de instancias gubernamentales (llegando hasta la
persona del propio Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez) para
lograr infundirles esa misma emoción. La acción de Lecuna logra involucrar al
Embajador de Venezuela en París, el señor Simón Barceló, por ser homologo y tal
vez amigo del poseedor de los papeles. Con este nuevo facilitador se logra el
objetivo deseado y la República de Venezuela adquiere en 1928 “mediante una
importante suma”[8] de dinero, la parte del archivo de Bolívar que
Juan de Francisco Martín había conservó para sí.
Por Resolución del Gobierno se le dio destino
y organización a este cúmulo de papeles que hoy conocemos como “Sección Juan de
Francisco Martín” del Archivo del Libertador:
Estados
Unidos de Venezuela- Ministerio de Relaciones Interiores- Dirección
Administrativa- Sección Administrativa- Caracas, 27 de Abril de 1928_ 119° y
70°.
Resuelto:
Por
disposición del ciudadano Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, se
nombra una Comisión compuestas por los ciudadanos Doctor Vicente Lecuna, Doctor
Vicente Dávila y Simón Barceló, para que estudie y clasifique la parte del
archivo del Libertador, donada[9] a la Nación venezolana
por Don José María Quiñones de León, Embajador de su Majestad el Rey de España
ante el Gobierno de la República Francesa, que se agregará a las otras partes
del mismo archivo existente en la Casa Natal del Libertador. Comuníquese
y publíquese.
Por
el Ejecutivo Federal,
Pedro
M. Arcaya. [10]
El informe que esta Comisión remitió al
Ministro del Interior el 4 de junio de 1928 da cuenta de la gran variedad del contenido de aquellos cajones, que no
solo contenían los cuadernos copiadores de órdenes de 1818 y 1819, que ya era
mucho decir, sino que se extendían hasta cartas personales tanto a familiares y
parientes (tales como María Antonia Bolívar, Anacleto Clemente, Juana Bolívar, etc.) y oficios a varias
personalidades de la época de la independencia (como Rafael Urdaneta, Antonio
José de Sucre, José Antonio Páez, Pedro León Torres, Tomas de Heres, entre
otros) que permitieron esclarecer muchas lagunas históricas que hasta entonces
se tenían. Mención especial debe tener que entre aquellos papeles se encontrara
varios borradores del Discurso de Bolívar leído ante el Congreso de Angostura
el 15 de febrero de 1819, y que solo se conocía mediante el impreso que en su
momento hizo el Correo del Orinoco.
Con la supervisión de Lecuna, Dávila y
Barceló, a los que se unió más tarde el señor Juan Vicente Camacho, el ya
experimentado Antonio González Vidal se dedicó a la organización de los más de
doce mil documentos que contenían aquellos baúles, tarea en la que contó con la
colaboración de Luis Domínguez U., G. Domínguez Rojas[11] y
Asteria de González Vidal. En total se produjeron 65 gruesos Tomos que fueron
encuadernados por Ramón González Blomont en 1929.
Con esta nueva adquisición del estado
venezolano, se logró reunir las tres fracciones en que fue dividido el
primitivo archivo de Bolívar durante la primera mitad del siglo XIX (O´Leary,
Briceño Méndez y de Francisco Martín), a las que se agregó el fondo documental
reunido durante tantos años por el señor Pérez y Soto; y es la base de lo que
se conoce hoy como Archivo del Libertador.
Pero
lejos se estaba de haber reunido la totalidad de la producción epistolar y
documental salida de la “cabeza de los milagros” del grande hombre de América,
pues los años contribuirían a poder acopiar otra buena cantidad de papeles; y
aunque en menor medida que los reunidos bajo la fiel dedicación del doctor
Vicente Lecuna en las cuatro secciones resguardadas en la Casa Natal, no serán
menos importantes en su contenido ni menos interesantes en sus vicisitudes y
forma de reunirlos[12].
[1]
Véase la entrada El archivo de Bolívar se salva “de milagro”.
[2]Reverend,
Alejandro Prospero: LA ULTIMA ENFERMEDAD,
LO ULTIMOS MOMENTOS Y LOS FUNERALES DE SIMÓN BOLÍVAR Libertador de Colombia,
Ecuador, Panamá, Perú, y Venezuela y Fundador de Bolivia. París, Imprenta
Hispano-Americana de Cosson y Comp. 1866. Pág. 34.
[3]
Véase la entrada El “bendito” pecado de la desobediencia.
[4]
Véase la entrada El archivo de Bolívar se fracciona en tres partes.
[5]Extracto
de un estudio inédito de Carlos A. Villanueva insertado en el Estudio
Preliminar de Blas Bruni Celli al Catalogo
Donación Villanueva a la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1965,
pág. 10.
[6]Ídem.
Pág. 10-11.
[7] Lecuna,
Vicente: La Casa Natal del Libertador.
Publicaciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Caracas- Imprenta
Nacional- 1954, pág. 58.
[8] Estudio
preliminar de Pedro Grases en: Sociedad Bolivariana de Venezuela; Escritos del Libertador Tomo I
Introducción General; pág. 8.
[9]Mucho
nos extraña que en el caso de la “Sección Juan Bautista Pérez y Soto” los
encabezamientos de las portadas de los tomos digan: “Papeles adquiridos por el
Gobierno de la República de Venezuela…”, mientras que los de la “Sección Juan
de Francisco Martín” digan: “… cedida por el Señor Quiñones de León”; ya que
adquirir y ceder son decididos antónimos, y el ultimo en nada refleja lo
ocurrido con la presente Sección. Según la Comisión Editora de los Escritos del
Libertador, esta adquisición se realizó “por una importante suma” de dinero,
véase la nota anterior.
[10]Boletín
de la Academia Nacional de la Historia, Tomo XI Abril-Junio de 1928. N° 42.
Caracas, Venezuela, pág. 130.
[11]Tomado
de las portadas de los Tomos del Archivo del Libertador. Hasta la fecha ha sido
imposible establecer los nombres de pila de las referidas iniciales.
[12] Otros
fondos documentales que también se reunieron, encuadernaron y conservaron en la
Casa Natal del Libertador bajo la dirección de Vicente Lecuna, fueron el
Archivo del Mariscal Sucre y el Archivo de José Rafael Revenga, personajes
estrechamente relacionados con la Guerra de Independencia y con su máximo líder
Simón Bolívar. Estos archivos constituyen también fuente imprescindible de
datos para estudiar aquel periodo de nuestra historia. Para conocer la historia
del Archivo de Sucre siga este enlace https://goo.gl/C6ul6h
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