Nueva Organización para el Archivo del Libertador: Ángel Grisanti al frente.


La noble y patriótica devoción con que el Vicente Lecuna se dedicó a estudiar y divulgar la vida y acciones de Simón Bolívar solo puede ser explicada al compararla, dejando salvadas las distancias, con lo que los fieles Apóstoles hicieron para extender las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Tal devoción se extendía desde ir recogiendo testimonios orales y escritos relacionados con el Padre del Patria, pasando por desarrollar una “cruzada” para rescatar su Casa Natal, hasta “batirse en duelo” con cualquier célebre escritor o simple “opinador” que intentara mancillar el honor o la gloria de Bolívar. Sus ocupaciones como Ingeniero Civil, banquero y educador serán siempre opacadas por su fecunda labor como historiador, y principalmente como el Primer Historiador Bolivariano de América[1]. Tristemente, el 20 de febrero de 1954 la muerte, que todo lo arruina, frenó los incalculables aportes que el gran bolivarianista podía seguir aportando al estudio y compresión del tiempo y las circunstancias de Simón Bolívar; y el Archivo del Libertador quedó sin su primer custodio.

Nueva organización.
  Si bien la pérdida física de Vicente Lecuna afectaba sobremanera las labores en la Casa Natal y sobre todo en el Archivo del Libertador, la mejor manera de honrar su legado era dando continuidad a su patriótico esfuerzo de conservar para la posteridad todo aquello que, al estar relacionado con Bolívar, era parte intrínseca de la venezolanidad.
  Así lo comprendió la Sociedad Bolivariana de Venezuela, y el mismo año 1954 designó a otro ilustre historiador(especializado en indagar el periodo de la gesta de independencia y sobre todo la vida de los héroes de la patria) para estar al frente del Archivo. El gran historiador de lo minúsculo, don Ángel Grisanti, fue designado Jefe de la Oficina de Catalogación, Clasificación y Publicación del Archivo del Libertador.
  Podría pensarse que Grisanti heredaría un trabajo que otro había realizado, ya que por más de 40 años Lecuna se dedicó por completo, como lo hemos destacado antes, a organizar los legajos documentales adquiridos por la nación en diferentes épocas y los reunidos por él mismo; pero los primeros informes que el nuevo jefe del Archivo remite a la Sociedad Bolivariana demuestran, por el contrario, que toda una titánica obra de reorganización era imprescindible para el buen funcionamiento y mejor conservación de éste incalculable tesoro en que se convirtió el Archivo de la Casa Natal. La anterior aseveración se puede deducir con mucha precisión del contenido de las publicaciones que el propio historiador dio a la estampa durante esos mismos días, y que fueron en su momento y hasta el presente, una fuente de consulta de obligatoria referencia al estudiar el contenido del Archivo[2].

¿Alteraciones o Reformas? La reorganización hecha por Grisanti.
  
En 1956, y luego de un arduo y meticuloso trabajo, se publica por primera, y hasta la fecha única vez, un índice completo y detallado del contenido del Archivo del Libertador, lo cual se realizó en tres volúmenes: uno para cada una de las colecciones en que se organizó el Archivo[3]. En el primer volumen, correspondiente a la sección O´Leary, Grisanti da cuenta de la “laberíntica” forma en que él encontró el Archivo y los adelantos organizativos que durante su corta gestión se alcanzaron para hacer más expedita la consulta, catalogación y publicación de la inmensa documentación confiada a su responsabilidad. Atenderemos primeramente su informe sobre la cantidad de volúmenes que integraban el Archivo del Libertador y el de la Casas Natal, con lo que el funcionario demuestra que su labor fue fructífera desde el comienzo:
 "Según el estudio del Doctor Lecuna, publicado en el volumen titulado “CASA NATAL DEL LIBERTADOR”, EL Archivo del padre de la Patria constaba de 241 tomos, si se añaden a éste los de Sucre y Revenga. Pero mediante inventario levantado por el suscrito, aparecieron dos tomos más; uno contentivo de Cartas del Libertador –Apéndice- y otro con la copia fotostática del Testamento del Héroe. En consecuencia, el Archivo del Libertador consta de 208 volúmenes y los de la Casa natal de 243.”[4]

  Y pasa luego a describir el estado en que se encontraba la organización de los mismos:
“De estos 243 volúmenes solo 107 tenían índices; estaban foliados solo 54, y ninguno había sido catalogado.[5]
  
  La explicación en lujo de detalle que presenta Grisanti sobre el “desorden total que existe en la foliación” de un tomo en particular, refiere o “da una idea aproximada”, según el historiador, “de la desorganización general que reinaba en el Archivo del Libertador”; lo que era suficiente motivo para emprender un urgente trabajo de modernización en su organización, trabajo al que Grisanti llamó, con desbordada modestia, reformas. Pero como todo cambio produce una natural resistencia, no faltó quien creyera que tales reformas eran “sacrílegas” alteraciones, que no producirían ventaja alguna. El abanderado de esta opinión fue el doctor Cristóbal L. Mendoza, nuevo Conservador ad-honorem de la Casa Natal, influyente numerario de la Academia Nacional de la Historia[6] y miembro de la Directiva de la Sociedad Bolivariana. Pero ¿en qué consistió las “reformas” o alteraciones que propuso y ejecutó Ángel Grisanti?
  Luego del citado inventario de los tomos que componía entonces el Archivo, quedó de manifiesto que la numeración dada en los tiempos de Lecuna presentaba ciertas irregularidades, llamadas por Grisanti “incongruencias”, para su manejo y localización en el conjunto. Recordemos que la sección O´Leary fue organizada (en 1915-1916) de modo tal que los documentos originales concordaran con los mismos editados bajo la numeración de los tomos de las “Memorias del General O´Leary” en 1879-1888; pero como esta colocación producía que algunos de los tomos con documentos originales fueran demasiado gruesos e incómodos para su manejo, se dividieron en dos o más tomos y se repitió la numeración. Por otra parte, los números XXVII y XXVIII no fueron asignados a ningún tomo, de tal manera que la correlación salta del XXVI al XXIX. Amén de que las “Memorias…” solo llegan al Tomo XXXI, y en el Archivo del Libertador se encontraron otros documentos que no se incluyeron en la edición de 1879-1888, que al momento de encuadernarse se les asignaron los números correlativos XXXII al XXXVI. Entonces, al momento de catalogarse ¿cuántos tomos componían la sección O´Leary?, ¿XXXVI o 54?
  La misma incongruencia se nota en la sección Archivo Nacional y Otras Fuentes, en la que se le estampó un número ascendente a cada Tomo hasta el XII, pero luego el XIII se repite cuatro veces, de tal forma que hay Tomo XIII, Tomo XIII-A, Tomo XIII-B, Tomo XIII-C y Tomo XIII Apéndice. Para efectos de la catalogación ¿cuántos tomos integran la sección Archivo Nacional y Otras Fuentes?: ¿XLII o 46? Y, en fin, ¿cuántos tomos componían el Archivo del Libertador para 1954?
  A todo lo anterior habría que sumarle la “laberíntica” foliatura de los documentos, que para explicar lo general de ello, Grisanti se explaya en la particularidad del Tomo XXI de la sección Juan Bautista Pérez y Soto[7].
  Para solventar todas esas anomalías e “incongruencias”, Ángel Grisanti y su equipo de trabajo se resolvieron dar una nueva numeración, esta vez por volúmenes y con números en caracteres árabes “en forma serial y progresión aritmética”; para más fácil y segura localización le colocaron etiquetas a cada volumen a manera de cota, se foliaron la mayor parte de los más de 100.000 documentos, se colocó índice a cada volumen y se realizó un Índice Parcial de la totalidad del Archivo del Libertador.[8]
  Este loable trabajo de don Ángel Grisanti, realizado en apenas unos meses entre 1955 y 1956, y que al decir de sus palabras, fue hecho “venciendo inconvenientes inimaginables”, puede decirse que fue para el Archivo del Libertador el periodo de transición a la modernidad, que de no haber sido ejecutado por ese minucioso historiador, lo hubiera sido por otro en cualquier momento, pues los nuevos tiempos y los nuevos estudios universitarios ofrecían la necesaria capacitación y la obligada inquietud para hacerlo; solo que a Grisanti debemos que, a pesar de las voces enclaustradas en un equivocado conservadurismo y con la firmeza de ánimo que lo caracterizó, no se perdiera más tiempo para ejecutar lo que ineludiblemente se iba a hacer, es decir, no postergó lo que era inevitable. Lo conveniente de su labor los podemos recoger de sus propias palabras:
“En resumen, yo encontré el Archivo del Libertador sin foliatura, sin catalogación y sin índices (…)”; “Hoy (1956) todos están catalogados, tienen sus índices, y en su mayor parte han sido foliados.” (…) “y a realizar estos trabajos preferentes e ineludibles para acometer cualesquiera otros, se ha consagrado esta Oficina empeñosamente de 1955 a 1956.”[9]

La modernidad había llegado al Archivo del Libertador; faltaba que también llegara con un edificio más acorde con los nuevos tiempos.



Don Ángel Grisanti frente al escaparate de la Casa Natal que contenía la sección "Memorias del General O´Leary" del Archivo del Libertador (imagen tomada del primer volumen del Índice del Archivo).





[1] Titulo otorgado por el primer Congreso Grancolombiano de Sociedades Bolivarianas reunido en Quito en 1947.

[2] Nos referimos a los índices del Archivo del Libertador publicados por Grisanti como:
a)“El Archivo del Libertador. Índice. Colección O´Leary. Primer Volumen. Primera Edición. Casa Natal del Libertador. Caracas-Imprenta Nacional- 1956.
b) “El Archivo del Libertador. Índice. Colección de Documentos obtenidos en el Archivo Nacional y procedentes de otras Fuentes. Segundo Volumen. Primera Edición. Caracas- Imprenta Nacional- 1956.
c) “El Archivo del Libertador. Índice. Colección Juan de Francisco Martín. Tercer Volumen. Primera Edición. Caracas- Imprenta Nacional- 1956.

[3]Es de notar que, aunque la Sección “Juan de Francisco Martín” fue cronológicamente la última en ser adquirida hasta entonces, se le considera la sección tercera en atención a que su contenido es en su totalidad proveniente del antiguo archivo de Bolívar, desplazando la Sección “Juan Bautista Pérez y Soto” hasta el cuarto lugar, pese a ser la tercera que se adquirió. Lamentablemente, y pese a haber sido anunciado, el índice correspondiente a ésta última sección no fue publicado y se desconocen las razones.
  
[4]Grisanti, Ángel; El Archivo del Libertador Índice Colección O´Leary Primer Volumen Primera Edición Casa natal del Libertador. 1956, pág. 15.

[5]Ídem. Pág. 16.

[6]Al siguiente año, 1957, será, con bien ganados méritos, Director de la Academia durante ocho bienios continuos.

[7]Que por ser esta tan explícita es demasiado extensa, remitimos al lector a Grisanti, Ángel. Ob. Cit. Primer Volumen, pág. 16.

[8]Ídem, pág. 18-19.

[9]Ídem, pág.16; 19.

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1 comentarios :

  1. Gracias por tan valiosos documentos e imágenes. Estoy revisando y de dibujando redes hace mas de dos décadas los retratos y breves biografias para ubicar al lector en nuestra identidad. Cuando hace mese conseguí los Archivos del Libertador en la red han aumentado la cantidad de retatabnles y sus historias!!! Espero sean de vuestro interés también!!!

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