¡Por fin! El Archivo de Miranda vuelve a Venezuela, como él lo dispuso.
Como
una alegoría al descubrimiento de América fue que el Dr. Caracciolo Parra Pérez
narró en varias ocasiones las circunstancias que privaron en el
“descubrimiento” del archivo de Francisco de Miranda en Londres en 1925; y asignándole
un papel homónimo a la de los protagonistas de la primera historia, explicó cuál
fue la intervención de cada uno de los personajes de la que nos atañe.
Contó
el Dr., Parra Pérez[1] que a finales del
dicho año se encontraba en Londres, realizando sus investigaciones históricas en
el Public Record Oficce[2] cuando el Director
adjunto de esta institución, Alfred Edward Stamp, le informa que en la
propiedad del Conde Bathurst en Cirencester se localizaron manuscritos
relativos a Miranda y que esta información era manejada desde 1922 por el
profesor norteamericano William Spence Robertson (véase la entrada anterior aquí), quien ya había tenido el
permiso del conde Seymour Henry Bathurst para revisarlos. En razón de que el Dr. Parra
Pérez se desempeñaba como Encargado de Negocios de Venezuela en Suiza, no podía
realizar el viaje a Cirencester, pues debía regresar a la ciudad
de Berna, por lo que comisionó a Alberto Adriani para que, en su lugar, realizara
el viaje e inspeccionara los citados documentos, aprovechando que Adriani se encontraba en
Londres profundizando sus estudios en materias importantes de la profesión de
Economista después de haber servido como Secretario de la Legación venezolana
ante la Sociedad de Naciones. Luego de las acostumbradas formas inglesas de atención
y amabilidad con el Conde y su familia, Adriani pudo constatar que los tales papeles eran el mismísimo archivo
del Precursor de la independencia hispanoamericana Francisco de Miranda, por lo
que el 9 de diciembre de 1925 escribió un informe al Dr. Parra Pérez detallando
la comisión. Solo podemos imaginar la emoción que asaltó a Caracciolo Parra Pérez,
quien desde 1917 buscó, rebuscó y trasteó el paso de Miranda por Francia, Austria,
Suecia, Noruega y Rusia y la sazón se encontraba haciendolo por Inglaterra.
Algún
tiempo después, y por gestiones del mismo señor Stamp, Parra Pérez logró que el
Conde Bathurst enviara a las oficinas del Public Record Oficce la totalidad de
los documentos del Generalísimo, por lo que pudo constatar personalmente la
autenticidad del archivo, y por lo tanto la importancia que revestía para la
cultura venezolana acceder a esa información perdida desde 1812 y a la cual
Miranda mismo había dispuesto que se enviara a Caracas luego de su muerte.
Inicialmente trató Parra Pérez de orientar la adquisición del archivo de
Miranda por la vía del derecho legítimo que tenía Venezuela sobre aquellos
documentos, en atención al testamento del Precursor fechado en 1805[3] y ratificado en 1810. Sin
embargo, y en atención al consejo dado por el señor Stamp de que no se pusiera
en tela de juicio la propiedad del Conde Bathurst sobre los papeles de Miranda, ya que en Inglaterra “posesión vale
siempre título”, debía el gobierno venezolano más bien comprarlos al noble inglés,
ya que de otro modo alguna universidad de los Estados Unidos lo haría por insinuación
del profesor Robertson (remitimos nuevamente a la entrada Un apasionado por la vida de Miranda fue el primero en identificar su Archivo). Esto causó la natural alarma al Dr. Parra Pérez, por lo que de inmediato notificó por cartas a las autoridades venezolanas la existencia e
importancia del archivo de Miranda. En una de tales cartas, el 9 de abril
de 1926, dice Para Pérez a Pedro Itriago Chacín, Ministro de Relaciones Exteriores
de Venezuela:
“Lord Bathurst
parece dispuesto a vender los papeles y es probable que consienta en acordar al
Gobierno de Venezuela la preferencia para su adquisición. Por desgracia, debe
tenerse en cuenta que el Profesor Robertson está en capacidad de interesar a
algunas ricas bibliotecas de los Estados Unidos en el asunto. Es urgente, pues,
que podamos decir al Lord la intención del Benemérito General Gómez de no dejar
escapara la ocasión devolver a Venezuela un tesoro incomparable que constituye
un verdadero patrimonio nacional.”[4].
Previo a esta, el Dr. Diógenes Escalante,
Embajador de Venezuela en Inglaterra, se interesa en el asunto, y el 6 de abril
de 1926 le dice al Presidente Juan Vicente Gómez:
“Por el honor de
nuestro país, cuna del Generalísimo, no es posible que el archivo de Miranda continúe
en el olvido actual o que vaya a para a extrañas manos que lo exploten con
fines particulares, según me ha informado el Doctor Parra Pérez, Lord Bathurst,
propietario del archivo, parece dispuesto a venderlo por un precio que puede
ser de 2.000 a 3.000 libras esterlinas. Hay un competidor muy peligroso en la
persona del profesor norteamericano Robertson (autor de un libro sobre Miranda)
quien tuvo ocasión de estudiar el archivo y encontrará fácilmente en cualquier
Universidad de los Estados Unidos los fondos necesarios para adquirirlo.”
Felizmente
para Venezuela, el 25 de mayo el Dr. Parra Pérez recibe la noticia de que
el Gobierno acordó la adquisición del Archivo de Miranda por la suma
establecida por el propietario; y el 7 de julio de 1926 nuestro diligente
representante en estas gestiones informaba al Presidente Gómez que “por órgano de Escalante (…) entregué a Lord
Bathurst las 3.000 libras que usted tuvo a bien enviarme por medio del Doctor
Arcaya, para adquirir el archivo del Generalísimo Miranda, para la Nación.” La
valiosa adquisición se enviaría a Venezuela pasando primero por París, donde
Parra Pérez tendría la ocasión de estudiarla detenidamente para acopiar información
para sus obras en preparación. Finalmente, en noviembre de 1926 llegan a
Caracas los 63 tomos del archivo de Miranda, después de 114 años que salió de aquí y permaneció perdido, con
destino a ser resguardados en la Academia Nacional de la Historia, según decreto
presidencial del 24 de julio de 1926. En enero de 1927 se publicó, por cuenta
del Ministerio de Instrucción Pública, el índice del archivo de Miranda con el
objeto de hacerlo circular profusamente en Venezuela y en el extranjero; y para
el 24 de julio de 1927 la Presidencia de la República dicta un Decreto por el
cual se dispone proceder a la publicación de todos los tomos del Archivo del Generalísimo
Francisco de Miranda, para lo cual se dispuso
que se editase en tomos de cuatrocientas páginas, en 8° mayor, con tiraje de
cinco mil ejemplares cada uno, lo cual se realizó en 1929 y 1950.
El
Dr., Parra Pérez cierra su relato alegórico sobre el “descubrimiento” del Archivo
del Generalísimo con estas notas:
“Así, pues, la
historia puede, en cuanto me concierne, resumirse en las siguientes preguntas y
en sus debidas respuestas:
a) ¿Quién “descubrió”
y señaló la existencia de papeles de Miranda entre los del tercer Conde Bathurst,
en el Castillo de Cirencester?
-Mr. A. E. Stamp,
del Public Record Oficce, de Londres.
b) ¿Quién examinó
luego, e “identificó” los papeles en cuestión?
-El Profesor Willian
Spencer Robertson, de la Universidad de Urbana (Illinois).
c) ¿Qué venezolano
conoció la existencia de los papeles e hizo que el Gobierno de Venezuela los
adquiriese?
-El suscrito,
quien tuvo comunicación directa de Mr. Stamp (…).
d) ¿Cuál fue la participación
del malogrado y carísimo Alberto Adriani en aquella jornada?
-Ir al castillo de
Cirencester, a ruego del suscrito y para precisarle informes del famoso hallazgo
(…).”
El
9 de octubre de 1953 el Ministerio de Relaciones Interiores, por medio de la Dirección
del Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación, informa a la Academia Nacional
de la Historia que el Presidente de la República ha resuelto donarle y poner a
disposición de esta institución un Arca, cuya ejecución fue ordenada por el
Gobierno Nacional el 22 de julio de 1949, a fin de conservar en ella el
Archivo de Miranda, cuyo busto remata la parte superior de dicha arca. En esta
hermosa arca permanecerá el Archivo de Miranda durante 57 años hasta que otra decisión
presidencial dispuso otra ubicación.
Fuentes:
Spence
Robertson, William: La Vida de Miranda.
Traducción original de Julio E. Payró. Segunda edición revisada y compulsada
por Pedro Grases. Publicaciones del Banco Industrial de Venezuela, 1982.
Carbonell,
José A: William Spence Robertson,
Historiador Norteamericano; en Boletín de la Academia nacional de la
Historia de Venezuela, tomo LVII, Abrí-junio de 1974, N° 223, págs. 262-277.
Henríquez
Uzcátegui, Gloria: Los Papeles de Miranda.
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas/1984.
Parra
Pérez, Caracciolo: Las Peripecias del Descubrimiento
del archivo de Miranda. Revista Nacional de Cultura. Caracas-Venezuela, N°
89 noviembre-diciembre de 1951, págs. 35-44.
INFORME
QUE PRESENTA LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA SOBRE LA GUARDA Y CUSTODIA DEL
ARCHIVO DEL GENERALISIMO FRANCISCO DE MIRANDA CON OCASION DE LA ENTREGA AL
ARCHIVO GENERAL DE LA NACION. (Noviembre de 1926 – Mayo 2010), consultado en la
página web http://www.anhvenezuela.org.ve/colecciones/archivo-de-miranda
el 15-05-2017
[1]
Una de las muchas veces que lo hizo fue en la Revista Nacional de Cultura, N°
89 noviembre-diciembre de 1951, paginas 35-44.
[2]
Oficina del Registro Público que desde el año 2003 se fusionó con otra institución
llamada Comisión Real de Manuscritos Históricos para formar los Archivos
Nacional.
[3] Véase
la entrada de este blog “Todos losmanuscritos y papeles que lleve mencionados se enviaran a la ciudad deCaracas…”.
[4]Citado
por Henríquez Uzcátegui, Gloria: Los Papeles de Miranda. Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia. Caracas/1984; pág.. 117.
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