Un apasionado por la vida de Miranda fue el primero en identificar su archivo.
La
azarosa y apasionante vida de Francisco de Miranda ha causado gran atracción a
muchas personas, que han visto en el hombre de las tres revoluciones al
persistente luchador por la libertad, al romántico viajero cosmopolita o al
cautivante personaje con grandes influencias en el viejo y el nuevo mundo. Uno
de esos atraídos por Miranda fue el profesor escoces[1] William Spence
Robertson quien, luego de perfeccionar sus estudios superiores en la
Universidad de Yale, hace la disertación de su tesis doctoral con el estudio
titulado Francisco de Miranda y la
Revolución de la América Hispana, el cual fue dos veces galardonado: en
1903 por la misma Universidad de Yale y luego de aumentado con nuevo material
acopiado, por la American Historical Association en 1907. Su interés por
estudiar la historia de sus “vecinos meridionales” lo llevó a publicar varios
trabajos sobre la independencia, la política y la diplomacia de la América de
habla española[2]; pero será la
aventura mirandina el tema de mayor recurrencia en sus estudios[3].
William Spence Robertson (1872-1955) en 1900. |
A
partir de 1901 el profesor Spence Robertson se dedica a investigar la vida del
Generalísimo en fuentes documentales que le permitieran conocer e interpretar,
de primera mano, los distintos periodos y circunstancias por las que éste
atravesó. Así, se traslada a los archivos públicos y privados de España, Francia y Austria; en 1917 llega a Venezuela, donde es desinteresadamente apoyado por
figuras claves para la historiografía nacional: Manuel Segundo Sánchez y
Vicente Lecuna. Pero será en su viaje a Londres en 1902 donde se tropieza con
indicios sobre la posible existencia del perdido archivo del Precursor en
tierras inglesas que, aunque no logra verificar de inmediato, será de su
permanente atención hasta dar con un resultado favorable.
En
1922 la Comisión de Manuscritos Históricos del Public Record Office de Londres,
encabezada por el sub-conservador A. E. Stamp, revisa la biblioteca del tercer
Lord Bathurts en la ciudad de Cirencester, en la que topa con una catalogo
manuscrito de 1862 de los documentos que se guardan en la casa del citado noble; aquellas líneas describen, entre otras, tres secciones de documentos
identificados como:
·
Colombeia.
Revolution Francaise. 18 vols. folio M.S.S 1779-1808.
·
Colombeia.
Negotiations 17 vols. folio (M.S.S.) 1770-1809.
Cuando
el Sr. Stamp revisa el contenido de aquellos tomos puede notar que se trata de
documentos de Francisco de Miranda, no dándoles mayor importancia, pero
informando de sus hallazgos al despacho correspondiente al final de su labor en
1923. Pero como los rumores corren con igual velocidad en cualquier parte del
mundo, el profesor Spence Robertson se entera ese mismo año de 1922 de dicho
hallazgo y solicita a Lord Bathurts su autorización para examinar dichos
papeles, para lo cual, con el permiso concedido, se traslada a la ciudad de
Cirencester y en la misma residencia del Lord ingles puede verificar que no se
trata solo de papeles alusivos a Miranda, sino del mismísimo archivo personal
del Generalísimo desaparecido desde 1812.
Sin
embargo, y por razones nunca aclaradas, el profesor William Spence Robertson no
hace público el hallazgo del archivo de Miranda, pese a contar con las páginas
de la revista Hispanic-American
Historical Review, órgano que él había fundado y en el que publicaba regularmente
sus artículos; además de ser Miembro Correspondiente extranjero de la Academia
Nacional de Historia de Venezuela desde 1917, entre cuyos miembros tenía varios
colaboradores a quienes les interesaría en gran medida el valioso hallazgo.
Habrá que esperar un poco más para que el mundo en general y los venezolanos en
particular puedan conocer el ya misterioso contenido de los papeles de
Francisco de Miranda.
(Revisa la siguiente entrada sobre este tema aquí)
Fuentes:
Spence
Robertson, William: La Vida de Miranda.
Traducción original de Julio E. Payró. Segunda edición revisada y compulsada
por Pedro Grases. Publicaciones del Banco Industrial de Venezuela, 1982.
Carbonell,
José A: William Spence Robertson,
Historiador Norteamericano; en Boletín de la Academia Nacional de la
Historia de Venezuela, tomo LVII, Abrí-junio de 1974, N° 223, págs. 262-277.
Henríquez
Uzcátegui, Gloria: Los Papeles de
Miranda. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas/1984.
Parra
Pérez, Caracciolo: Las Peripecias del Descubrimiento
del archivo de Miranda. Revista Nacional de Cultura. Caracas-Venezuela, N°
89 noviembre-diciembre de 1951, págs. 35-44.
[2] Entre
otras: Creación de las Repúblicas
Hispano-Americanas relatada en la Vida de sus Libertadores (1918); Relaciones Hispano-Americanas con los
Estados Unidos (1923); Francia y la
Independencia Latino-Americana (1939); Apreciaciones
en Hispano-América de la Doctrina Monroe (1920); Iturbide de México (1952); etc.
[3]
Después de su trabajo doctoral, publicará en varias revistas norteamericanas:
en 1911 Viaje de Miranda por América y
Europa; en 1927 Los Archivos de
Miranda y Disposiciones Testamentarias de Miranda; para
finalmente presentar sus dos más grandes obras: en 1928 El Diario de Francisco de Miranda. Viaje por los Estados Unidos
(1783-84) y en 1929 Vida de Miranda,
traducido por Julio E. Payró en 1938 y reeditado por el banco Industrial en
1967.
[4]
Llama poderosamente la atención que al sumar de la cantidad de tomos que
integran cada sección según el citado catalogo manuscrito, este alcance a 54 y no
63 como es el total que realmente integran el Archivo de Miranda. Igualmente es
desconcertante que en la sección Viajes el manuscrito diga “faltan 4“ (4th
missing”) y tenga como fecha 1764, cuando Miranda tenía catorce años.
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