Génesis del Archivo.
Siendo Simón Bolívar
(1783-1830) uno de los personajes más importante de la historia universal, cuya
actuación pública durante apenas dos decenios (1810-1830) impactó de forma
trascendental (directa e indirectamente) a todos los pueblos del continente americano,
se esperaría que la producción epistolar y documental del Padre de la
Patria fuera extensa no solo en cantidad sino también en temario; y hoy se
puede estimar que toda esa creación emanada y/o escrita por “la cabeza de los
milagros” asciende a más de 200.000 documentos. Si a esto se le agregan las
cartas, oficios, poemas, memoriales y toda clase de documentos, manuscritos o
impresos, dirigidos y/o relacionados con él, tenemos que el tema “Bolívar”
podría abarcar varios centenares de kilómetros, tal como se mide hoy el
contenido de los archivos. Todo este gran bagaje archivístico se encuentra hoy
disperso en todo el mundo, desde archivos públicos y privados debidamente
catalogados, hasta colecciones de particulares habidos de manera fraudulenta, e
incluso con mezclas entre ambos extremos.
Fue el mismo Bolívar quien dio inicio a la tarea de organizar su archivo personal. Se dice que este empeño del Libertador comenzó desde el inicio de la Campaña Admirable (mayo de 1813) [1], cuando actuaba bajo las órdenes del Gobierno de Nueva Granada. En el archivo debían conservarse las cartas y comunicaciones, particulares y oficiales, que se dirigían al Libertador. Pero, además, quiso Bolívar que tanto en la Secretaría como en el Estado Mayor se llevaran los cuadernos de copia de oficios, comunicaciones y disposiciones que dictaba él mismo, o los Secretarios bajo sus órdenes, para diversos destinatarios; la tradición oral refiere que el Libertador tenía la capacidad de dictar hasta tres cartas al mismo tiempo. Toda esta actividad supondría el empleo de varios secretarios particulares, edecanes y/o amanuenses, que tendrían la responsabilidad, no solo de escribir lo dictado u ordenado, sino de organizar y resguardar el archivo. Por eso hoy conocemos documentos firmados por Bolívar, pero con letra de varios de estos asistentes y ayudantes, tales como: capitán Jacinto Martel, coronel Juan José (o Nepomuceno) Santana, general Diego Ibarra, general José Gabriel Pérez, etc.
Medio continente transitó el archivo de Simón Bolívar junto a su dueño, y a cada pasó que daban se engrosaba la cantidad de papeles que lo componían, hasta que el ciclo vital de ambos los convirtió en elementos de y para la historia.
Para seguir leyendo: El archivo en el testamento de Bolívar.
[1] Lecuna,
Vicente. La Casa Natal del Libertador. Caracas, 1954. Pág. 55.
0 comentarios :
Publicar un comentario