El archivo en el testamento de Bolívar.

Primer folio del testamento de Simón Bolívar (copia simple que se ubica en el Archivo del Libertador, tomo 51, folios 141-144.)

 Luego de haber transitado por una vida llena de dificultades, en lo privado y en lo público, y con un aparente fervoroso deseo de alejarse del gobierno para dar tranquilidad a lo que queda de sus días, Bolívar se separa por primera vez de su preciado archivo, con la intención de reencontrarse con él mas tarde. En efecto, cuando el Libertador sale de Bogotá en mayo de 1830, deja en custodia de su archivo a la persona que más le conocía en lo íntimo de su pasión: la Libertadora del Libertador Manuela Sáenz (1797-1856). Esta aguerrida mujer, habiendo demostrado en 1828 de lo que era capaz de hacer por salvar la vida del Bolívar, era la más apropiada para salvaguardar los tesoros de éste; lo cual hizo con la misma vehemencia cuando el Ministro de Relaciones Exteriores de la época, Alejandro Osorio, tomó por la fuerza parte del archivo con la excusa que eran papeles oficiales, los cuales debió devolver ante el reclamo de Manuelita y la demostración clara de la falsedad del argumento[1]. Fue esta noble mujer la que embaló todo el archivo de Bolívar en 10 baúles para que su conservación fuera segura durante el largo viaje que realizarían.

 Al poco tiempo de encontrarse Bolívar en Cartagena, llega la carga de 10 baúles que trae su archivo personal y que había dejado atrás por lo apresurado de su salida de la capital de la República colombiana. La intención del Gran Héroe es salir de tierras americanas con destino a París en donde, tal vez, iniciaría a escribir sus Memorias, otro de los muchos proyectos que debían hacerse con el sosiego y la paciencia que 20 años de guerra de independencia y formación de nuevos estados no proporcionaban. Para ejecutar ese trabajo, sería imprescindible contar con su archivo, el cual le entrega en los 10 baúles ya organizado, al señor Juan Bautista Pavageau el 28 de septiembre de 1830 en Cartagena[2], con las claras instrucciones de ser trasladado a la Ciudad Luz y depositados en manos seguras hasta que su legítimo propietario los reclamase.

 Pero la enfermedad del cuerpo, y el alma, minaba la vida del Libertador de cinco naciones, ante lo cual decidió dejar arregladas las pocas cosas que quedaban como suyas en la tierra; así es que el 10 de diciembre de 1830 otorga su Testamento y últimas voluntades, siendo la cláusula novena trágica para su archivo:

“Novena_ Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr Pavageau se quemen.”[3]
Segundo folio del testamento de Simón Bolívar (copia simple que se ubica en el Archivo del Libertador, tomo 51, folios 141-144.)
 Para el cumplimiento de ésta, y todas las demás disposiciones, Bolívar designó a cuatro eminentes ciudadanos y compañeros de lucha y pensamiento: general Pedro Briceño Méndez, señor Juan de Francisco Martín, doctor José (María) Vargas y general (José) Laurencio Silva[4].

  Habiendo acompañado a su propietario durante casi dos decenios, se presenta ante el archivo de Bolívar una terrible disyuntiva: perecer con su propietario o que algún milagro lo salve y lo lleve a la posteridad.

Tercer folio del testamento de Simón Bolívar (copia simple que se ubica en el Archivo del Libertador, tomo 51, folios 141-144.)
Cuarto folio del testamento de Simón Bolívar (copia simple que se ubica en el Archivo del Libertador, tomo 51, folios 141-144.)


Para seguir leyendoEl archivo de Bolívar se salva “de milagro”



[1] González Rubio, Carlos: LOS BAÚLES CONFIADOS A PAVAGEU. Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, 19 de abril de 1958, Volumen XVII, Numero 54, pág. 32.
[2] Archivo del Libertador, Sección O´Leary Tomo 20, Folio 210.
[3] Ídem. Tomo 51, Folio 142 (copia simple)   
[4] Ídem. Folio 143.

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