El lento pero firme proceso de reunificación y aumento hasta llegar al moderno Archivo del Libertador (1).

Cubierta del Tomo 21 del Archivo del Libertador


 Cuando Simón B. O´Leary hace la entrega de los papeles que él recibió como propiedad de su difunto padre, eran estos un gran cumulo que se componía fundamentalmente del primitivo archivo de Bolívar[1]y las nuevas adquisiciones que por más de veinte años había reunido el General Daniel Florencio O´Leary. Se podían encontrar en ese archivo documentos oficiales emitidos por Bolívar en su Secretaría Privada o General y del Estado Mayor, tales como actas, oficios, instrucciones, decretos, boletines, proclamas; también había correspondencia privada dirigida al Libertador o emitida por éste, en originales o copias de la época, así como en borradores o copiadores. La mayoría de tales documentos se encontraban manuscritos, muchos de letra o rubrica del Padre de la Patria; pero también se hallaban algunos impresos. Era posible también encontrar en la “Sección” los apuntamientos, memorias, narraciones o relaciones que algunos próceres habían redactado a solicitud del fiel edecán con la finalidad de aclararle los episodios oscuros o confusos, así como sus puntos de vista, relacionados con la guerra de Independencia. Era para entonces la “Sección O´Leary” lo que en sí se conocía como el archivo del Libertador. Pero sabiéndose desde mucho tiempo atrás que existían una innumerable cantidad de otros papeles relacionados con Bolívar conservados en manos públicas o privadas por todo el territorio venezolano, y muchísimas más aun en el extranjero, era posible que pudieran reunirse estos peregrinos documentos en torno a los ya resguardados, y ampliar más el archivo.       

Lecuna asume la responsabilidad del Archivo.

La existencia misma del Archivo del Libertador, tal como lo conocemos hoy, se debe, y con grande deuda, al apostolado incansable que por más de 60 años realizó Vicente Lecuna; primero al localizar y recopilar distintos documentos históricos, y en especial los relacionados con Bolívar, para su archivo particular; y luego al clasificar, ordenar y encuadernar los de la antigua “Sección O´Leary”, que siendo estos custodiados por el Gobierno venezolano fueron puestos bajo su responsabilidad, y a los que pronto los sumó en gran medida a aquellos.

 El 24 de julio de 1911, en el marco de la celebración del centenario del 19 de abril de 1810, se inaugura en Caracas el Museo Boliviano (designación usada en la época para referirse a los asuntos de Bolívar) al separar del Museo Nacional las piezas de la sección de Historia Patria, hallándose entre éstas la “Sección O´Leary”, es decir el archivo del Libertador. Ese mismo año el doctor Vicente Lecuna asume la Dirección de la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Varones, en la que se enseñaba, entre otros, el arte y oficio de encuadernar. Es bastante probable que al observar la maestría con que los profesores y alumnos desarrollaban estas técnicas, pensara el doctor Lecuna en los viejos papeles de Bolívar que había visto y usado en los Museos Nacional y Boliviano; por lo que gestionó él mismo ante el Ministro de Instrucción Pública, Dr. Felipe Guevara Rojas, la asignación del primer trabajo de resguardo y conservación de envergadura que recibiría el Archivo del Libertador: empastar con cubiertas duras e índices los legajos de documentos.

  Con una entrega emotivamente patriótica se ve a Vicente Lecuna trabajar con los viejos papeles legados a Venezuela por los descendientes de Daniel Florencio O´Leary; pero consiente, por experiencia propia, que existían otra gran cantidad de documentos bolivarianos esparcidos por muchas partes, inicia también la cruzada para recabarlos, bien por donación de los originales o mediante obtener una copia autorizada. Pero tal cruzada no solo incluía nuevas adquisiciones; se extendió también a recuperar los extravíos ocurridos entre 1888 y 1915, como es el caso del legajo correspondiente al Tomo XIII de las “Memorias”, que el académico de la historia Dr. Julián Viso había trasladado a su residencia para estudios y que a su muerte en el año 1900 se perdió su localización. Por las acuciosas gestiones de Vicente Lecuna se logró localizar el paradero del referido Tomo, en posesión de un yerno del Dr. Viso, el señor Miguel Sgobel, quien, en una actitud bastante marcada por el mercantilismo, los vendió al Gobierno venezolano[2], siendo esta la única forma que en que se logró recuperarlos[3].

  Otra parte del archivo que también debió ser rescatada por causa del expolio fue la fracción que desde 1831 quedó en posesión del general Pedro Briceño Méndez, y que en algún momento entre 1835 (año de la muerte de Briceño Méndez) y 1877 (año en qué terminaron de publicarse los Documentos[4] compilados por Blanco y Azpurúa) fueron entregados a don Ramón Azpurúa. Refiere Lecuna que los herederos del señor Azpurúa decidieron vender el legajo de documentos originales a un extranjero residente en Venezuela de apellido Arensbourg, quien prestaba servicios para la empresa, también extranjera, que operaba el ferrocarril de Caracas a Valencia. De modo pues, que una parte importante de documentos que atestiguaban los verdaderos acontecimientos de la gesta de independencia, y por ende de la génesis republicana de nuestro país, se encontraban anta la posibilidad de marchar al exterior con un destino incierto; pero gracias a las bolivarianas y patrióticas gestiones de Vicente Lecuna, con el apoyo, seguramente económico y tal vez hasta político, del también historiador y escritor Cesar Zumeta, que para el momento (1914) actuaba como Ministro del Interior, se logró que el señor Arensbourg cediera, en venta, el conjunto de documentos que de inmediato pasaron a la Academia Nacional de la Historia, de donde fueron trasladadas en 1915 bajo la vigilancia de Lecuna al taller de encuadernación para ser unida de forma permanente a la “Sección O´Leary”[5].

La Sección “Memorias del General O´Leary” del Archivo de El Libertador.

Contraportada del Tomo 1 del Archivo del Libertador
 Fue Vicente Lecuna quien realizó la meticulosa labor de establecer el plan de trabajo y la metodología para ordenar los documentos con la misma correlación que habían sido publicados en las Memorias del General O´Leary, clasificar las nuevas adquisiciones de acuerdo con el orden que hubiesen tenido de haber estado disponibles durante la edición de 1879-1888, foliar las páginas y colocar los índices de contenido de cada tomo. Siempre bajo la meticulosa supervisión de Lecuna, colaboraron en este trabajo Félix Martínez Volcán y M. Cisneros Lara, y realizó la encuadernación el señor Teodoro Rizo[6]. Las contraportadas de los Tomos resultantes de aquella meticulosa labor indicaban que los documentos guardados entre aquellas tapas duras tenían analogía con los que, con el mismo número, habían sido publicados en los 31 tomos de las “Memorias…” ;  pero, en algunos casos, al colocar todos los originales en la misma correlación numérica que los editados, presentaban el problema de dar un tomo demasiado grueso, y por lo tanto, incómodo para su manejo, por lo que se resolvió dividirlos en dos volúmenes y realizar una extensión a la misma numeración; entonces, junto al número en carácter romano, se incluyeron las frases “Primera Parte”, “Segunda Parte” o “Bis”, como es el caso de los Tomos II, IV, VII,VIII,IX, X, XI,XII; XV, XVI, XVII, XVIII; XX, XXI, XXII, XXIII y XXV, los cuales tienen primera y segunda parte; y los Tomos XXIX, XXX y XXXI que tienen adicionado un Tomo “Bis”.

  Y así, en 1915 salieron de los talleres de la Escuela Nacional de Artes y Oficios los primeros 43 Tomos encuadernados (desde el número I al XXVI con las extensiones arriba indicadas) contentivos de los históricos papeles originales reunidos por Simón Bolívar, resguardados y ampliados por Daniel Florencio O´Leary y Pedro Briceño Méndez, aumentados y rescatados por Vicente Lecuna; y ahora custodiados por la Academia Nacional de la Historia bajo la denominación: ARCHIVO DEL LIBERTADOR DOCUMENTOS CORRESPONDIENTES AL TOMO (…) DE LAS MEMORIAS DEL GENERAL O´LEARY.
  
Para el año 1916 se finalizó con el trabajo, y vieron la luz 11 Tomos más (numerados XXIX a XXXVI con las extensiones arriba señaladas) que harían el total de 54. Al concluir con el Tomo XXXI la reciprocidad de los documentos originales con los editados en la “Memorias…”, los siguientes tomos (del XXXII al XXXVI) comienzan a agruparse documentos específicos que, bien porque el editor de 1879-1888 no lo consideró o porque no se hallaban disponibles para la fecha o porque correspondían a las adquisiciones personales de Vicente Lecuna, se hallaban sin publicar pero se encontraban en el archivo; a estos Lecuna decidió colocar en las contraportadas la especificación:
DOCUMENTOS INEDITOS Documentos de 1829 a 1831 DOCUMENTOS DE ESPAÑOLES-RELACIONES MILITARES TOMO XXXII
DOCUMENTOS INEDITOS PAPELES DEL LIBERTADOR TOMO XXXIII
DOCUMENTOS INEDITOS Relaciones Diplomáticas con Chile 1820-1825 TOMO XXXIV
DOCUMENTOS INEDITOS CREACION DE BOLIVIA 1824-1830 TOMO XXXV
DOCUMENTOS INEDITOS Relaciones Diplomáticas con Buenos Aires 1823-1827 TOMO XXXVI  

  Pero existe una particularidad histórico-bibliográfica en los documentos originales de la “Sección O´Leary” del Archivo que es necesario aclarar antes de continuar en este avance cronológico; y es que la numeración de los Tomos salta del XXVI al XXIX, dejando de existir los números XXVII y XXVIII. La explicación de este aparente error es que en las “Memorias…” los tomos XXVII y XXVIII no contienen documentos ni correspondencia en extenso, solo la parte narrativa de la vida de Bolívar escrita por O´Leary; y ya que los manuscritos originales de esa narración no se encontraban entre los papeles que en 1879 Guzmán Blanco adquirió para la nación de manos de los descendientes de O´Leary, se decidió omitir esos números para guardar la reciprocidad entre los tomos de las “Memorias…” y los de la “Sección” del Archivo.

 Integradas nuevamente dos de las tres secciones del primitivo archivo de Bolívar (véase la entrada El archivo se Bolívar se fracciona en tres partes), e incorporadas los documentos adquiridos por O´Leary y Lecuna, tenemos el nacimiento del moderno Archivo del Libertador; sin embargo, no concluirá aquí el lento pero firme proceso de reunificación y aumento.

"Memorias del General O`Leary" (edición de 1981 facsimilar de la de 1879-1888), primera publicación de los documentos del Archivo del Libertador, cuyos originales se encuadernaron en concordancia con la numeración de los tomos editados. 




[1]Una vez más hacemos la diferenciación entre lo que denominamos “sección de O´Leary” (los documentos que el edecán recibió en 1831) y lo que modernamente se llama “Sección Memorias del General O´Leary” (la unificación entre los anteriores con los que el irlandés fue reuniendo a lo largo de su estadía en tierras americanas, posteriormente cedidos a la nación por su hijo). Esta es también conocida como “Sección O´Leary” del Archivo del Liberador.

[2]Lecuna, Vicente. La Casa Natal del Libertador. Caracas, 1954. Pág. 57

[3] Nos es difícil entender como el Gobierno venezolano aceptó realizar una transacción comercial de tipo compraventa con un bien que para el momento era patrimonio de la nación, ya que había sido adquirido por Antonio Guzmán Blanco como el Jefe Estado a nombre de la Nación y protegido por el Decreto del 3 de diciembre de 1879. La actitud del señor Sgobel, que decentemente he llamado mercantilista, se acerca más a la del sujeto que violentamente despoja a otro de sus bienes, y después los vende; y con este tipo de sujetos no se realizan transacciones, y menos quien ejerce la autoridad de un país.       

[4] El nombre completo con el que empezó a publicarse esta colección fue“Documentos para la Historia de la Vida Publica del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia, publicado por disposición del General Guzmán Blanco Ilustre Americano, Regenerador y Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, en 1875. Puestos por orden cronológico, y con adicones y notas que la ilustran, por el General José Félix Blanco”; más conocida como “Colección Blanco-Azpurúa”. 

[5] Lecuna…, Óp. Cit. Pág.57.

[6] Tomado de las portadas de los Tomos del Archivo del Libertador. Hasta la fecha ha sido imposible establecer algunos de los nombres de pila de las referidas iniciales.
  

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