Acopio Documental: la labor del Gral. Daniel Florencio O´Leary (I).
El soldado historiador, así llamó don
Mario Briceño Perozo[1] al joven miliar que salió
de la isla de Irlanda en 1818 cautivado por el espíritu de la aventura, para
convertirse en un descollante prócer de la Independencia Latinoamericana y apóstol
de la memoria del Libertador Simón Bolívar: el Gral. de Brigada Daniel
Florencio O`Leary (1800-1854).
Desde el principio de su llegada a Venezuela (marzo de 1818) fue recogiendo
datos e información con la mera intención de informar a su familia y amigos en
Irlanda sobre los sucesos y los personajes de estas nuevas tierras, por él y
por ellos desconocidos. Luego de acopiar gran cantidad de documentos durante
toda la guerra de independencia, fue que pensó en escribir sobre la vida del
grande hombre Simón Bolívar.
Por lo menos desde 1825 comienza a hacer
pública su intención de escribir historia, esto queda de manifiesto en la carta
que su amigo Guillermo Miller le escribiera el 12 de agosto de dicho año, respondiendo
a una que previamente le enviara O´Leary:
“Encantado estoy
de saber que el mundo va a ser favorecido con “Las cartas peruanas” por el
señor Don Daniel Florencio O`Leary. ¡Que ruido harán en ambos hemisferios!
(…) De paso permítame U. que le pregunte si no sería mejor que en la
portada sustituyera usted Coronel en
vez de Don.[2]
En 1831 recibió una cuantiosa
fracción de los papeles que integraban el archivo personal de Bolívar el cual,
según el testamento de este, debía darse a la destrucción por fuego pero que el
señor Juan de Francisco Martín, albacea testamentario, decidió dividir y entregar,
como queda dicho, una parte al irlandés.
La parte que correspondió a O´Leary fue la
comprendida entre los años 1819 a 1830, que es el periodo en que el joven
militar entra a participar en la Guerra de Independencia suramericana y se
halla cerca del Libertador llegando a estar entre el generalato grancolombiano;
por tanto, es un periodo vívidamente conocido por él y que podría narrar en
primera persona. En ese periodo se desarrollaron sucesos capitales para la
formación de las nuevas naciones: la creación de la Gran Colombia (1819), la
campaña sobre Nueva Granada (1819-1820), la Campaña sobre Venezuela
(1820-1823), la Liberación del Sur (1822-1825), la creación de Bolivia (1825),
Congreso de Panamá (1826), el movimiento de La Cosiata (1826;1830), la
Convención de Ocaña (1828), la guerra entre Perú y Colombia (1828-1829), el
Congreso Admirable (1830), la muerte del Libertador y la desmembración de su
proyecto colombiano de Bolívar (1830-1831), entre otros.
Todos aquellos sucesos, junto a las opiniones
y acciones que sobre ellos tuvo su principal protagonista, Simón Bolívar,
merecían ser contados a las futuras generaciones con la mayor precisión, equidad
y justicia que las limitaciones humanas pudieran permitir; y para ello era
imprescindible contar con documentos que mostraran la verdad tangible y la
acercaran a aquellos principios. Fue con esta intención que Daniel Florencio
O´Leary solicitó los papeles que su antiguo jefe había guardado. Y si desde su
llegada a tierras americanas había comenzado a reunir papeles para informar a
sus familiares y amigos sobre los sucesos de la aventura en la que había
decidió participar, tal interés por contar una historia en la que él mismo era
protagonista se incrementaba a medida que iba conociendo en la intimidad al
Grade Hombre de América: en la gloria de las victorias y en la amargura de las
derrotas; pero siempre en las dificultades que lo rodearon.
Pero creyó O´Leary que los papeles que él había
reunido durante tanto tiempo, junto a los que ahora recibía del archivo de
Bolívar eran todavía muy pocos para tan magna empresa, y se dedicó entonces a
solicitar a viejos amigos y antiguos compañeros de armas más información sobre
sus actuaciones y opiniones sobre la gesta de independencia, proceso que era en
esencia la vida misma de Bolívar. Personajes como Bartolomé Salom, Rafael
Urdaneta, Jacinto Lara, Juan José Flores, Tomas de Heres, Mariano Montilla,
Belfort Wilson, entre otros, accedieron a las solicitudes que el antiguo
soldado y nuevo historiador les dirigía con no poca insistencia; y por medio de
ellos logró que otros también contribuyeran a su labor.
El manuscrito que ahora mostramos es un
ejemplo palpable de esa tarea a la que se avocó Daniel Florencio O´Leary para
reunir, conservar y difundir las evidencias y testimonios del pasado que le
tocó vivir; y que en valor agregado facilitó el incremento de nuestro patrimonio
documental archivístico con valor histórico, tan necesario para los
investigadores. Con este ológrafo iniciamos también las entradas en este blog
con la etiqueta “Acopio Documental” en la cual iremos publicando, tanto para
rescatar del olvido como para agradecer, los esfuerzos que nobles personajes
hicieron en su momento para salvar de la casi segura perdida o destrucción trozos
de la memoria colectiva nacional (e incluso de más allá de nuestras fronteras)
que quedó plasmada en papel, y que hoy constituyen parte esencial de la
identidad venezolana, aunque nuestra sociedad no lo valorice, en gran medida,
por desconocerlo.
El documento de marras[3] es
una carta de O´Leary dirigida a Ana Villamil Garaycoa, viuda del coronel Pedro José
Alarcón. La destinataria era integrante de una familia guayaquileña en la que
la veneración al Libertador Simón Bolívar por parte de las mujeres era un
asunto casi de genética, rayando en la adoración. Por su parte, Pedro José
Alarcón fue un cumanés que, enrolado en el ejército independentista, llegó durante
la Campaña del Sur al actual Ecuador con la fuerza comandada por su coterráneo Antonio
José de Sucre, del que sería edecán, secretario y amigo muy cercano al punto
nombrarle albacea testamentario y posible curador de su hija. Esa confianza y
amistad quedó también reflejada cuando el Gran Mariscal confió a Alarcón, para
trasladar desde Bolivia hasta Quito, un conjunto de papeles oficiales y
personales de vital importancia, hecho aludido en la carta que sigue.
Kingston, 31 de diciembre de 1832.
A mi señora Ana Villamil de Alarcón.
Mi estimada señora:
He tenido el honor de recibir la apreciable carta que
usted se dignó escribirme con fecha 3 de noviembre último y por ella me he
impuesto con infinita pena de la perdida lamentable que usted acaba de sufrir
de su digno esposo, mi antiguo amigo y conmilitón el Coronel Alarcón. No me
atrevo a ofrecer a usted consuelo alguno[,] aunque bien pudiera decirle que
hombres como Alarcón que al través de tantas iniquidades e infames perfidias
han sabido mantener ilesa la dignidad de sus principios son demasiado buenos
para vivir en esta época de horror.
Ha sido excesiva la bondad de usted de recordarse el
encargo que yo hice a Alarcón. Ofrezco a usted mis agradecimientos y le doy las
gracias por las dos copias de cartas que usted se sirvió franquearme por
conducto del señor Wright. Me tomaré la confianza de rogar a usted si por
alguna feliz casualidad vuelven a manos de usted los papeles que el Gran
Mariscal confió a Alarcón[,] extenderá usted su bondad hasta permitir que
Wright tome copias de aquellos que puedan serme útiles en la empresa de que me
he hecho cargo a suplica de varios amigos del Libertador.
Si su papá estuviera en esa[,] le suplicaría me
proporcionase algunos datos con respecto al estado de Guayaquil, previo a
nuestra entrada en el año 22, pero entiendo que actualmente se halla ausente.
Yo lo saludo respetuosamente, como a las señoras sus tías y parientes. Y
condoliéndome sinceramente con usted me permito ofrecerle la amistad y
servicios de mi mujer y tres niñitos que tengo.
Soy de usted mi estimada señora su atento amigo y
humilde servidor
Que Besa Sus Pies
D.F. O´Leary
Primer folio, frente. |
Primer folio, vuelto. |
Segundo folio, frente. |
[1] Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Tomo LXV, abril-junio de 1982, N° 258, págs. 491 a 494.
[2]“Memorias del General O`Leary”. Tomo XII. Pág. 49.
[3] Localizado en el fondo Archivo General de la Nación, sub-fondo “Archivo del Libertador”, sección “Archivo del Gran Mariscal de Ayacucho”, tomo XIII, documento 73.
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