El Archivo del Libertador en una nueva sede-1986.


El deseo de estudio y la necesidad de conservar los documentos reunidos desde finales del siglo XVII se conjugaron en muchas ocasiones para obligar el traslado del Archivo del Libertador, por lo menos en cuatro ocasiones entre 1879 y 1930[1], a una sede acorde con la utilidad de un archivo histórico, además de digna para resguardar el tesoro patrio que aquellos representan. Durante casi 60 años esa utilidad y dignidad fueron bien cubiertas por el edificio de propiedad nacional y génesis bolivariana, la Casa Natal del Libertador, en su supra conocida localización entre las esquinas caraqueñas de Traposo a San Jacinto. ¡No existió en toda la capital venezolana, durante la primera mitad del siglo XX, una edificación más apropiada para colocar el Archivo del Libertador, tanto por su funcionalidad como ubicación y simbolismo!
Pero el constante incremento de los fondos documentales, la obligación de garantizar la seguridad, la urgencia de ejecutar nuevos y modernos métodos de conservación y preservación, los trabajos de reproducción que desde 1967 se venían realizando para la publicación de los “Escritos del Libertador”[2], así como el aumento mismo de las solicitudes de consulta por parte de investigadores e instituciones también se conjugaron para poner de bulto la necesidad de buscar otro sitio que a la vez de servir de asiento al Archivo, llenara las exigencias arriba señaladas y se ajustara a los nuevos tiempos. Acercándose la celebración del bicentenario del natalicio de Bolívar, en 1983, esta necesidad tomo carácter de urgencia.
  Es así como con aportes de la Municipalidad de Caracas y el Banco de Venezuela, entonces un ente privado, se acordó la construcción de un nuevo edificio para albergar el Archivo del Libertador. Se escogió entonces el terreno ubicado en la esquina de Traposos, lindante entre las sedes de la Sociedad Bolivariana y el Banco citado, para construir un espacio subterráneo para el Archivo y una plaza sobre éste que lo adornara. Por fortuna, las recomendaciones técnicas que se solicitaron tanto en el país como en el extranjero coincidieron en desaprobar aquella idea rayana en la locura; por tal razón se encomendó al reconocido arquitecto e historiador de la arquitectura colonial venezolana Graziano Gasparini proyectar un edificio. Con todo el conocimiento que le ha dado fama, y la experiencia de haber diseñado y ejecutado en los años 60 en esa misma cuadra los edificios de la Sociedad Bolivariana y el Museo Bolivariano, que franquean la Casa Natal del Libertador, Gasparini presentó una propuesta que finalmente fue aprobada por el Banco de Venezuela como financista del proyecto. La descripción del edificio es como sigue:
“Esta edificación, […] ocupa una parcela rectangular, […]e internamente se conecta con la Sociedad Bolivariana. La fachada muestra que es una edificación contemporánea pero con algunas características de arquitectura neocolonial. Se ubica en esquina, presentados niveles y un módulo rectangular en el costado este de la parcela, dejando el resto ocupado por un jardín. El módulo contiene escaleras en su parte norte. Presenta zócalo corrido y cuatro vanos de ventanas dintelados con quita polvo, repisa y reja en planta baja, y cuatro vanos de puerta también dinteladas, con borde moldurado y balcón en hierro y madera. Los niveles están diferenciados por una línea de cornisa continua. El remate del borde superior de la fachada es con una cornisa y una línea de tejas correspondientes a la cubierta.” [3]

El 24 de julio de 1986 se realizó el acto de entrega de la nueva sede del Archivo del Libertador al representante del Gobierno Nacional, el Ministro de Relaciones Interiores Octavio Lepage, quien de inmediato le hizo entrega de la custodia a la Sociedad Bolivariana de Venezuela, en la persona de su Presidente Mario Briceño Perozo, como ente responsable del Archivo. Este espacio fue diseñado con las características idóneas para albergar documentos y se le dotó con equipos de control de luz, humedad y temperatura, así como con elegante mobiliario. Allí permanecerá el Archivo del Libertador por espacio de 24 años hasta que el Poder Ejecutivo nacional ordenó su traslado, lo que originó un acalorado debate sobre los argumentos que se esgrimieron para tal decisión.  





[1]Primero en el Museo Nacional (hoy Palacio de las Academias), luego al Museo Boliviano (edificio al lado de la actual sede de Gobierno del Distrito Federal), posteriormente en la Academia Nacional de la Historia (en el Palacio de las Academias) en 1915 según Lecuna; luego a la Escuela de Artes y Oficios para Varones, para encuadernarlos; y finalmente a la Casa Natal del Libertador.
[2]Monumental trabajo de publicación de toda la documentación emanada de Simón Bolívar, directa e indirectamente, tanto la existente en el Archivo del Libertador, como la disgregada en todas partes del mundo. Labor encomendada originalmente a la Sociedad Bolivariana.

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