Una lamentable pérdida para el Archivo del Libertador

Bolívar y se edecán O´Leary; obra de Antonio Salas (1829) conservada en la Sociedad Bolivariana de Quito.

 Como se describió en la entrada titulada El regreso definitivo de la “Sección O´Leary” del Archivo del Libertador a Venezuela, en 1879 el gobierno del presidente Antonio Guzmán Blanco ordenó la publicación de los documentos del archivo de Simón Bolívar que se encontraban en posesión de los descendientes del general Daniel Florencio O´Leary, más lo que el mismo irlandés había recogido a lo largo de su vida en tierras y guerras americanas. El proceso de publicación de tales documentos, que terminó llevando por título “Memorias del General O´Leary” se dilató en el tiempo por diversas circunstancias, pues comenzó en 1879 y concluyó en 1888[1], lapso en el cual pasó por distintos gobiernos que le asignaban el presupuesto y por varias imprentas que lo trabajaban[2]. Simón B. O´Leary actuó como traductor y editor de la monumental obra terminada en 31 tomos numerados, más el posteriormente llamado Tomo Apéndice. La actividad de editar e imprimir en aquella época no era tan expedita, y si a eso le sumamos el constante cambio de los talleres de imprenta, podemos imaginarnos el continuo traslado de los preciados papeles originales de un lado a otro durante casi diez años. Esto causó algún deterioro en los papeles ya antiguos, y peor aún, la pérdida de varios documentos originales que, habiendo sido publicados, por suerte, en los tomos de las “Memorias…” no se encontraron después en el Archivo. Estas irreparables perdidas involuntarias, si bien se pueden catalogar de graves, fueron mínimas en número e impacto comparadas con otra que fue ordenada, si se quiere de manera provisional, pero con un resultado fatal.

El “escurridizo” Tomo Apéndice.
  
 La obra “Memorias del General O´Leary” se editó en cuatro secciones, a saber:
  
Primera: Correspondencia de Hombres Notables con el Libertador y Documentos, tomos I a XII;
  
Segunda: Documentos, tomos XIII al XXVI

Tercera: Narración, tomos Primero (XXVII), Segundo (XXVIII) y Apéndice;
  
Cuarta: Cartas del Libertador, tomos XXIX a XXXI.
  
 La tercera de estas secciones contiene las narraciones de la vida de Bolívar escritas por el ya reconocido Edecán-Evangelista, que solo alcanza hasta los sucesos de inicio del año 1826, y que al momento de editarlos finalizaron en el tomo XXVIII. Los hechos correspondientes al período 1826 hasta 1830 no pudieron ser redactados, por circunstancias hasta ahora desconocidas, pero el narrador sí tenía la intención de hacerlo y al momento de su muerte había dejado arreglados los documentos originales junto con sus apuntes personales que contarían esos cruciales años; ambos conjuntos fueron a su vez tomados por el editor para ser incluidos en la “Memorias…”de forma inalterada, lo que resultó en el llamado Tomo Apéndice (el cual debió llevar el número XXIX). Pero, al deseo del General O´Leary y su hijo de historiar la vida de un hombre de carne y hueso como Simón Bolívar, se impuso el del Ilustre Americano, general Antonio Guzmán Blanco, de idealizar la del semidiós Libertador, por lo que se ordenó, en 1883, detener la impresión del tomo Apéndice, asignar ese número a otro y destruir los pliegos impresos (que fueron 32). La causa de tan lamentable decisión nos la explica el célebre político e historiador Francisco González Guinán, que para entonces actuaba como personero del Gobierno de Guzmán Blanco:

“Se fundó éste para ordenar la paralización, y así nos lo dijo: “en que los pliegos impresos no contenían narración alguna hecha por el General O´Leary; en que se arrojaban a los vientos de la publicidad intimidades amorosas del Libertador, que nada tenían que ver con la vida pública de éste ni con la historia de Colombia, intimidades que debían más bien sepultarse en el olvido por decoro nacional y por patriótica gratitud; y finalmente, en que contenían los pliegos impresos, o por imprimir, alusiones ofensivas a la reputación del Señor Antonio L. Guzmán, alusiones que también había hecho el general O´Leary en su Narración y que había tenido que respetar por acatamiento a su decreto de 3 de Diciembre de 1879 y por homenaje al historiador; circunstancias que no lo obligan con respecto a los pliegos destinados para el Apéndice.””[3]
  
 El testimonio de un actor de los referidos sucesos es suficiente para dejar en claro la raíz de la decisión fatídica, pero la conseja popular llegó a recoger otras palabras del Ilustre Americano, que, habiendo sido dichas, resumen en palabras coloquiales lo que González Guinán relató en otras más elegantes:

““Cuando Simón B. O´Leary, hijo del General y encargado de la edición, compareció ante Guzmán Blanco, éste, a voz en cuello, como tenía por costumbre, le dijo: “La ropa sucia se lava en casa; y jamás consentiré que en una publicación que se hace por cuenta de Venezuela, se amengüe al Libertador””[4].
  
 Ciertas o no unas y otras palabras, el caso es que se impidió a los pueblos el conocimiento de muchas verdades históricas, privadas algunas, publicas las más, que bajo un adecuado análisis de critica hubiesen enaltecido la figura humana e ideológica del Libertador. Sin embargo, siempre un ligero desliz del destino estuvo del lado de la preservación de la verdad y, aunque en esta ocasión solo pudo salvarse una pequeña parte de esa verdad, en historia algo es mejor que nada; y a partir de 1914 se fueron encontrando y haciendo circular los pliegos impresos en 1883 que por una nueva y feliz desobediencia no fueron destruidos.
  
 Pero la felicidad no siempre es completa, y la historia patria por siempre se verá truncada por la pérdida de los manuscritos originales que nunca fueron encontrados debido a otra nefasta decisión de Guzmán Blanco. Una vez que toda la “sección de O´Leary” fue cedida a la nación venezolana[5], el Gobierno decide que el acopio documental sea trasladado a la sede del Museo Nacional, inaugurado el 28 de octubre de 1875 en el edificio que hoy conocemos como el Palacio de las Academias. En los días de enero 1887 Francisco González Guinán, actuando como Ministro de Instrucción Pública, interviene en la formación de la lista de los originales de la “sección de O´Leary” que se depositaron en el Museo Nacional; y en octubre del referido año el mismo González Guinán, ahora en calidad de Ministro de Relaciones Interiores, da las instrucciones que finalizan con la terrible perdida, para lo cual dejaremos que el también historiador y académico Eloy G. González nos cuente lo que sucedió, mediante un extracto de su carta dirigida al Director del diario “El Tiempo” de Caracas, n° 30-33 del 11 de marzo de 1910[6]:

“El año 1887, siendo Ministro de Relaciones Interiores el Señor Doctor Francisco González Guinán, ordenó al Señor General Vicente Ibarra, oficialmente, que retirase de los depósitos de Museo Nacional uno completo (sic) de O´Leary y lo entregase al Señor Antonio Victorio Medina, administrador de la propiedades del General Antonio Guzmán Blanco, porque tales documentos los había recibido dicho General de la Señora Josefina de O´Leary junto con otros de la misma procedencia y había hecho donación de ellos a la República(4) .[7] Expresa declaratoria de esta última, que había bastado por sí sola para respetar su propósito que es sagrado a los ojos de todos los patriotas y que debía serlo, preferentemente, a los del Gobierno de la Nación.
El Señor Ibarra tuvo en sus manos aquellos documentos apenas el brevísimo tiempo indispensable para pasarlos a poder del Señor Medina, cumpliendo, como cumplió, la orden del Ministro de lo Interior, pero el Señor Ibarra tuvo la previsión de dar a Mr. Ernest, director del Museo, un recibo en que consta el número y la materia de los documentos.

Ellos fueron:
1.             Una serie rotulada: Anécdotas que deben ir en el Apéndice 1829 a 1830.
2.             Un Paquete rotulado: Apéndice, que contiene una relación de la “Conjuración del 25 de Septiembre de 1828 en Bogotá”. Ignoro si es la misma que escribió Manuelita Sáenz para O´Leary, el año 50; y una de la guerra en el Perú, etc.
3.             Un paquete titulado: Apéndice: Cartas de O´Leary, sin publicar.
4.             Un volumen, ya empastado, en 4°, con una relación en inglés, titulada: Revolution in Venezuela, 1826.
5.             Un cuaderno en 8°., contiene el viaje de Merino a Guayaquil y que comienza: “Marzo 4 de 24, Bogotá”.
6.             Un in-folio titulado: Gran Convención.
7.             Otro que comienza: “Comunicaciones interesantes, Bogotá, 29 de Mayo de 1829”.
8.             Un paquete rotulado: Documentos de O´Leary sobre su misión a Antioquia en 1829.

Según se ve, tres series de estos documentos estaban destinados al Apéndice y una sola de ellas, la Anécdotas, alcanza a 1829 1830, y sin duda están inéditas, porque el ejemplar de mayor número de páginas que leyó Arístides Rojas, llega solamente a 1828.[8]

El Señor Antonio Victorio Medina recibió estos papeles de manos del Señor Ibarra y, según informó al suscrito el año pasado los colocó en unas cajas semejantes a las que se emplean para “encajonar espejos” y los depositó en el archivo de la casa de ladrillo, de la Trinidad. Agregó el Señor Medina que los sucesos de la política reaccionaria contra Guzmán Blanco lo alejaron del cuidado de aquellos depósitos, sin que pueda, por ello, certificar la suerte posterior que corrieron la caja y los papeles […]

Todo el depósito de O´Leary debió pasar, por disposición del Gobierno, a la Academia de la Historia y en él debería hallarse también –y no se halla- un cofrecito que contenía las cartas intimas y pasionales del Libertador y que Manuelita le confió al General O´Leary, en 1847 7. [9]
¿Quién tiene, pues, el manuscrito completo del Apéndice de O´Leary y los otros cinco paquetes que con él se hallaban?
  
 La pregunta sigue en pie a más de cien años de aquella primera denuncia, pues, aunque la carta arriba extractada tuvo una réplica por parte de González Guinán, no pudieron ninguno de los actores sobrevivientes a los hechos dar una respuesta que siquiera mostrara un indicio del paradero de los manuscritos que debieron integrar el Tomo Apéndice y que formaban parte integral del archivo del Libertador. Sin importar, en este caso, a quien fue que Simón B. O´Leary donó los papeles de su padre, para 1887 la República de Venezuela era la legal y legítima poseedora de los derechos de propiedad de aquella primera sección del archivo del Libertador, pero como suele suceder en muchos casos, la figura y la voluntad de las Repúblicas se confunden con la de sus mandatarios. Nunca será suficientemente lamentada la perdida de aquella parte del histórico archivo.
  
No sería esta la única perdida que sufriera la “sección de O´Leary” durante el siglo XIX, ya que el legajo de originales correspondiente a los documentos publicados en el Tomo XIII de las “Memorias…” también desapareció cuando el Doctor Julián Viso (destacado jurista, historiador y hombre público, nacido en 1822) lo tomó prestado y llevó a su residencia con la intención de realizar algún estudio de los muchos a los que se dedicaba. No se sabe exactamente cuándo se realizó este préstamo ni cuánto tiempo duró en la posesión del Doctor Viso, el caso es que a la muerte de éste (ocurrida en el año 1900) se perdió por completo la ubicación del legajo, y aunque algún tiempo después pudo ser recuperado, como en otra entrada veremos, todo esto demuestra la vulnerabilidad en la que se encontró por muchos años el archivo del Libertador.
Memorias del General O´Leary; segunda edición (1981, facsimilar de la primera) ordenada por el Ministerio de la Defensa.

Anexo: Cuadro descriptivo del proceso de impresión de las “Memorias del General O´Leary”

Cuadro N° 1.

TOMO
TEMA
IMPRESOR
AÑO DE EDICION
I
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial”
1879
II
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
III
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
IV
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
V
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
VI
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
VII
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
VIII
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
IX
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
X
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
XI
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1880
XII
Correspondencias de Hombres Notables con El Libertador
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1881
XIII
Documentos
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1881
XIV
Documentos
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1881
XV
Documentos
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1881
XVI
Documentos
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1881
XVII
Documentos
Imprenta de la “Gaceta Oficial
1881
XVIII
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1882
XIX
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1883
XX
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1883
XXI
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1883
XXII
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1883
XXIII
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1884
XXIV
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1884
XXV
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1884
XXVI
Documentos
Imprenta de “El Monitor”
1884
Primero o XXVII
Narraciones de O`Leary. Años: desde orígenes de Bolívar hasta 1819
Imprenta de “El Monitor”
1883
Segundo o XXVIII
Narraciones de O`Leary. Años: 1819 hasta 1826
Imprenta de “El Monitor”
1883
XXIX
Cartas de El Libertador
Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional
1887
XXX
Cartas de El Libertador
Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional
1887
XXXI
Cartas de El Libertador
Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional
1888
Apéndice
Diarios y Apuntes que O`Leary dejó escritos y arreglados para la imprenta. Sucesos de 1826,1827 y 1828.
Imprenta de “El Monitor”
1883; 1914

Anexo: Cuadro descriptivo de los periodos gubernamentales que se sucedieron durante la impresión de las “Memorias del General O´Leary”

Cuadro N° 2.

Periodo de Gobierno
Presidente
Tomos Impresos
1878-1884 (el quinquenio)
General Antonio Guzmán Blanco
I al XXVI, Primero y Segundo de Narraciones y Apéndice.
1884-1886
General Joaquín Crespo
No se imprimió nada.
1886-1887(el bienio interrumpido)
General Antonio Guzmán Blanco
No se imprimió nada.
1887-1888
General Hermógenes López
XXIX al XXXI






[1] Aunque el llamado y, como veremos, escurridizo Tomo Apéndice vino a circular por primera vez en 1914.
[2] Véase el anexo Cuadro N° 1. 
[3] Testimonio del Doctor González Guinan citado en: Altuve Carrillo, Leonardo; Significación histórica de las memorias del General O´Leary. Caracas 1981 (GRAFESA-Nápoles, 249- Barcelona, España), pág. 85 y 86.
[4]Ibid., pág. 100; inserción facsimilar de la descripción bibliográfica de “Memorias del General O¨Leary” hecha por Manuel Segundo Sánchez en su obra Bibliografía Venezolanista, publicada por Empresa El Cojo, Caracas 1914, págs. 255-267.
[5] Es difícil precisar como fue el proceso de cesión de los papeles reunidos y conservados por O´Leary a Venezuela, ya que el Decreto del 3 de diciembre de 1879 indica que fueron cedidos a la nación por el representante de la Familia O´Leary-Soublette, pero González Guinan, personaje involucrado en todos los hechos relacionados al tema, indica que fueron cedidos por Simón B. O´Leary a Guzmán Blanco, entregados a éste por la señora Josefina Ospina (viuda de Simón B. O´Leary), y de propiedad de Guzmán Blanco es que pasa a la nación. Por la fecha de la elaboración de la lista de originales, 1887, parece que fue en ese año que la nación vino a entrar en posesión definitiva del Archivo. Véase Altuve Carrillo…, Ob. Cit. pág. 86.   
[6] Tomado de Altuve Carrillo…, Óp. Cit. Pág. 79-82.
[7]“4 Memoria de Relaciones Interiores 1891. Tomo I, pág. 156 a 175”. Nota de 1910, en la que puede verse la constante diatriba entre quien fue el agraciado con la donación de Simón B. O´Leary y su esposa: si la Nación venezolana o Guzmán Blanco.
[8] Para 1910, fecha de publicación de este artículo de prensa, se creía que del proscrito Tomo Apéndice solo se habían salvado ocho ejemplares, de los que el célebre “anticuario” e historiador Arístides Rojas pudo leer dos.
[9]“Gil Fortoul, Historia Constitucional de Venezuela, tomo I, pagina 334, nota 1.”  Nota de 1910. 

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2 comentarios :

  1. Cuanto cuesta una colección de estas actualmente?

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