Documentos: Borrador, con correcciones anotadas por Bolívar, de un oficio al Presidente del Senado.

Contexto: El enfrentamiento del general José Antonio Páez desde Venezuela con las autoridades nacionales de Bogotá (con el general Francisco de Paula Santander a la cabeza como vicepresidente) hacía inminente una guerra civil y la consecuente desintegración del proyecto de unidad territorial; por lo que el Libertador Simón Bolívar se vio forzado a abandonar el territorio peruano en 1826 y trasladarse a su amada Colombia (la grande) para agotar todos sus recursos, entre ellos su autoridad moral, en impedir que lo que hasta entonces era un peligro se convirtiera en fatídica realidad. Para contar, además, con el suficiente apoyo institucional comenzó a dictar decretos, comenzando con el del 23 de noviembre de 1826 por el cual asumía plenamente las facultades extraordinarias que el artículo 128 de la Constitución le permitía, para reorganizar la estructura, funcionamiento y administración del Estado en materia de educación, justicia, hacienda, organización territorial, asuntos militares, etc.; competencias que de modo ordinario correspondían al Poder Legislativo. Cerca de 23 decretos dicto el Libertador entre el citado 23 de noviembre de 1826 y el 5 de febrero de 1827*, fecha asignada al documento que ahora se muestra.
Agregando al hecho que tuvo que asumir facultades legislativas (acción contemplada en la Constitución de 1821) los señalamientos de quererse establecer con mando tiránico y hasta aspiraciones de monarca en los países por él libertados, Bolívar se ve, nuevamente, en la circunstancia de presentar su renuncia a la Presidencia de la República en los términos y bajo los argumentos que se expresan es este documento.
Se trata del borrador del oficio dirigido al Presidente de la Cámara del Senado, teniendo la particularidad este documento de que en él Bolívar plasmó de su propia mano algunas correcciones y destacó frases que consideró de vital importancia para reforzar la idea central de su comunicación al Poder Legislativo. La identificación de trazos caligráficos del Libertador en este manuscrito fue posible mediante la gran experiencia del historiador y experto bolivarinaista Vicente Lecuna, y corroborado mediante pericia grafotécnica dirigida por la Comisión Editora de los Escritos del Libertador.
Se localiza este documento en el Archivo General de la Nación, en el sub-fondo Archivo Del Libertador, sección “Memorias del General O´Leary”, tomo 46, folios 248 frente al 249 vuelto.

Folio 248 frente.

Folio 248 vuelto

Folio 249 frente.

Folio 249 vuelto.

Transcripción:
Para la presente transcripción se ha modernizado la ortografía, se han escritos completas las palabras que originalmente fueron abreviadas y, además, se han interpolado entre corchetes signos de puntuación y frases que ayudan a dar sentido moderno a lo que fue escrito hace más de ciento noventa años.

[Caracas, 5 de febrero de 1827][1].

A S. E. el Presidente de la Honorable Cámara del Senado.

Excelentísimo Señor:
En ninguna circunstancia era tan necesaria a la República la augusta autoridad del Congreso, como en la época en que los disturbios internos habían dividido los ánimos y aun conmovido toda la nación.
Llamado por Vuestra Excelencia para prestar el juramento de estilo como Presidente de la República vine a la capital, de donde me fue preciso salir prontamente para estos departamentos de la antigua Venezuela.
Desde Bogotá hasta esta ciudad he dado decretos tan importantes, que me atreveré a llamar de instante urgencia. Vuestra Excelencia se servirá reclamar la atención del Congreso sobre ellos y de encarecerle de mi parte que los considere en su sabiduría. Si yo me he excedido de mis atribuciones, es mía la culpa; pero yo consagro gustoso hasta mi inocencia a la salvación de la patria. Este sacrificio me faltaba, y yo me glorío de no haberlo ahorrado.
Cuando supe en el Perú, por aviso oficial, el nombramiento de Presidente de la República que el pueblo había hecho en mí, respondí al Poder Ejecutivo denegándome a aceptar la primera magistratura de la nación. Catorce años ha[ce] que soy Jefe Supremo y Presidente de la República; los peligros me forzaban a llenar este deber; no existen ya, y puedo retirarme a gozar de la vida privada.
Yo ruego al Congreso que recorra la situación de Colombia, de la América y del mundo entero: todo nos lisonjea. No hay un español en el continente americano. La paz doméstica reina en Colombia desde el primer día de este año[2]. Muchas naciones poderosas reconocen nuestra existencia política, y aun algunas son nuestras amigas. Una gran porción de los Estados americanos están confederados con Colombia, y la Gran Bretaña amenaza a la España. ¡Qué más esperanzas! Sólo el arcano[3] del tiempo puede contener la inmensidad de los bienes que la Providencia nos ha preparado: ella sola es nuestra custodia. En cuanto a mí, las sospechas de una usurpación tiránica rodean mi cabeza, y turban los corazones colombianos. Los republicanos celosos no saben considerarme sin un secreto espanto, porque la historia les dice que todos mis semejantes han sido ambiciosos. En vano el ejemplo de Washington quiere defenderme; y en verdad, una o muchas excepciones no pueden nada contra toda la vida del mundo[4]oprimido siempre[5] por los poderosos.
Yo gimo, entre las agonías de mis conciudadanos, y los fallos que me esperan en la posteridad. Yo mismo no me siento inocente de ambición: y[6] por lo mismo, me quiero arrancar de entre las garras de esta furia para librar a mis conciudadanos de inquietudes, y para asegurar después de mi muerte una memoria que merezca [bien][7] de la libertad. Con tales sentimientos, renuncio una, mil y millones de veces la Presidencia de la República. El Congreso y el pueblo deben ver esta renuncia como irrevocable. Nada será capaz de obligarme a continuar en el servicio público después de haber empleado en él una vida entera. Y ya que el triunfo de la libertad ha puesto a todos en uso de tan sublime derecho ¿sólo yo estaré[8] privado de esta prerrogativa? No: el Congreso y el pueblo colombiano son justos; no querrán inmolarme a la ignominia de la deserción[9]. Pocos días me restan ya; más de dos tercios de mi vida han pasado: que se me permita, pues, esperar una muerte oscura[10] en el silencio del hogar paterno. Mi espada y mi corazón siempre serán de Colombia, y mis últimos suspiros pedirán al cielo su felicidad.
Excelentísimo Señor, yo imploro del Congreso y del pueblo colombiano la gracia de simple ciudadano[11].

Dios guarde a Vuestra Excelencia.”



[1] El documento, por tratarse de un borrador y como era habitual para estos casos, no incluye la fecha. En época moderna y de mano del acucioso investigador y primer curador del Archivo del Liberador, don Vicente Lecuna, se anotó esta fecha. Así fue publicado en su compilación Simón Bolívar Obras Completas (primera edición 1947, segunda edición 1950). En ambas se omiten detalles de la fuente o criterio usado para fijar esta fecha.
[2] Las investigaciones han determinado que el propio Bolívar trazó las líneas que destacan esta declaración.
[3] Se puede leer que inicialmente se escribió “genio” y Bolívar lo tacho por “arcano”; palabra que nos recuerda una frase del poema “Mi Delirio sobre el Chimborazo” de la autoría de Bolívar, aunque por mucho tiempo se le negó.
[4] Aquí iba la palabra “siempre” que Bolívar tachó y colocó más adelante.
[5] Palabra insertada sobre líneas por Bolívar.
[6] Después de los dos puntos Bolívar sustituyó la palabra “que” por “y”.
[7] Originalmente no aparece esta palabra en el documento que aquí se muestra, pero con ella ha pasado a la posteridad esta frase del Libertador. En el documento fue agregada en época moderna y de mano de Vicente Lecuna, quien así la publicó en su compilación Simón Bolívar Obras Completas (primera edición 1947, segunda edición 1950). En ambas se omiten detalles de la fuente o criterio usado para fijar esta fecha. 
[8] Palabra sobrepuesta por Bolívar tachando otra que no se puede leer.
[9] Palabra destacada con subrayado.
[10] Palabra destacada con líneas como en la nota 2.
[11] Palabra destacada con líneas que no parecen ser de mano de Bolívar.



* En total serían 47 hasta el 4 de julio de 1827, última noche que Bolívar pasó vivo en Caracas, según un impreso de la época: Colección de los Decretos Expedidos por S. E. el Libertador Presidente de Colombia desde su entrada en Bogotá por Noviembre de 1826, hasta su partida de Caracas en 5 de Julio de 1827. Caracas: Reimpresos por Tomas Anteros. 1828.  


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