Zarzuela venezolana (I): La Castañera, manuscrito autógrafo de José Ángel Montero.

Esta conjugación de arte escénico, lírico y musical de origen español pero influenciada por otros géneros europeos, caló muy bien en Venezuela, aunque algo tardío.

Datado su nacimiento hacia la segunda década del siglo XVII[1], según parece en unos campos de la ciudad de Madrid donde crecían abundantes zarzas y que hoy ocupa el homónimo palacio residencial de los reyes de España; será hacia la segunda mitad del siglo XIX que se tengan noticias sobre la zarzuela en nuestro país (aludidas en manuscritos de José María Osorio); y de la primera zarzuela venezolana (escrita en 1857 por Manuel Dagnino y Manuel Gandó[2]). A partir de entonces este género de música teatral congregará, cada vez en mayor número, a un publico que se irá haciendo más habitual y exigente, al punto de llegar a tener un “Teatro de la Zarzuela” en Caracas, a la par de las grandes ciudades españolas e hispanoamericanas.

Serán, pues, nuestros autores y compositores del periodo republicano quienes se encargarán de adicionar, aunque muy lentamente, a las zarzuelas traídas e interpretadas por compañías europeas el elemento autóctono, tanto en la temática como en sus ritmos y melodías, sus danzas y sus instrumentos, con los que poco a poco irá adquiriendo características nacionales.

De esos autores de la segunda mitad del siglo XIX destacará sobre manera José Ángel
José Ángel Montero (1832-1881)
Montero, considerado el más prolífico y polifacético compositor de aquella era, al haber incursionado en música escénica (óperas y zarzuelas); música sinfónica; música sacra (misas y motetes); música para banda, música de baile, música de cámara, etc. Entre la música teatral o escénica se considera que compuso 15 zarzuelas, una de ellas llamada “La Castañera”, cuyo manuscrito, enteramente autógrafo de Montero, se presenta ahora proveniente de la colección de la Biblioteca Nacional de Venezuela en su División de Libros Raros, Manuscritos y Archivos Documentales. No ha sido posible determinar la historia archivística de este manuscrito, ni su forma de ingreso a este repositorio documental
[3]; pero hay que anotar que en 1939 la Biblioteca Nacional, entonces bajo la dirección de Enrique Planchart, compra a la familia Montero una colección de documentos que habían pertenecido al compositor de marras y que comprendía no solo partituras sino otros papeles musicales y/o relacionados con este arte, que hoy se encuentran en la División de Sonido y Cine del mismo ente.
 
Este libreto, sin fecha de datación y originalmente en pliegos, fue encuadernado en la Biblioteca Nacional como método de conservación; y está conformado por 5 hojas escritas de puño y letra de José Ángel Montero por ambas caras (exceptuando la portada cuya parte reversa está en blanco) y al final de la ultima su rúbrica precedida por la frase “Propiedad de…”, forma habitual de los autores y compositores del periodo decimonónico para establecer no solo la propiedad de un legajo sino también la autoría de la obra.Sin embargo, es necesario señalar que, según la investigación del profesor Fidel Rodríguez Legendre[4], el 12 de mayo de 1866 se puso en escena en el Teatro Caracas de esta ciudad por parte de la Compañía Lírico-Dramática de Saturnino Blen una obra también titulada “La castañera”, pero de la autoría de alguien que el investigador identifica como "Soriano", a lo que hay que acotar que también era habitual entre los compositores de ese periodo hacer adaptaciones, traducciones y/o arreglos a obras de otros autores, aunque, eso sí, en la mayoría de los casos los manuscritos que resultaban de esas adaptaciones, traducciones y/o arreglos conservaban la enunciación del autor original. Por tanto, es difícil precisar si este manuscrito se trata de un original, de un apógrafo o de una copia adaptada; aunque la tradición hasta ahora lo identifica como de la fecunda inspiración de nuestro José Ángel Montero.

Será este la primera de varias muestras de manuscritos de zarzuela que se mostraran en este blog para tratar de romper la determinación geográfica, física y hasta temporal estos bienes culturales y acercar las fuentes documentales a quienes interese historiar más sobre el arte escénico y musical venezolano, así como de los personajes que los hicieron posible en diferentes épocas.














[1] El termino aparece por primera vez en la obra de Lope de Vega “La esposa de los cantares”, escrita cerca de 1620, refiriéndose a un baile; y en 1658 se representa “El Laurel de Apolo” de Calderón de la Barca, la cual es la primera obra que lleva la denominación “zarzuela”.

[2] Rojas Uzcategui, José de la Cruz: Historia y Critica del teatro venezolano Siglo XIX. Mérida, Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres, 1986; pág. 15.

[3] En este punto debemos llamar la atención sobre el hecho de que uno de los elementos de la norma internacional de descripción archivística es el relacionado con el contexto del documento o del fondo documental, cuya finalidad es brindar datos que contribuyan a dar autenticidad e integridad a la interpretación de la información que estos contienen. Esta buena práctica archivística no es aplicada en los instrumentos de descripción ni físicos ni digitales de la Biblioteca Nacional de Venezuela, pues desde el punto de vista bibliográfico esta información no es relevante, con lo quese corrobora una vez más que los documentos deben resguardarse en los archivos y no en las bibliotecas.

[4] Publicada en la Revista Musical de Venezuela N° 36, año XVIII enero-abril de 1998, pág. 75.

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